Pardiez

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Del cielo como una alcuza se mecen las nubes,

Como cambrones de violetas y magentas,

De esos que no ven los ojos

Solo las orlas de los difuntos,

Al volver a nacer desde sus vetas.

Del horizonte los rubores

De las pupilas de la noche

A los labios de la marea,

Enamorada de tempestad,

En su oficio de tinieblas.

Yo soy el bieldo que besana,

Y la lluvia que emana

De candores los dolores

Y los heraldos de la nada.

Cual jubones de incendios,

Ceñidos otrora a la estación,

Donde brotan las clavellinas,

Ataviadas de promesas,

De amantes sin ilusión.

Y tras mi búsqueda siguen las reatas

De las colinas beatas

En su cencerro,

Y el lirio y el bosque

Exornando el llano con sus esteros.

Dame el color que busco

Y que solo tienes tú

Y tus latidos zahareños.

Dame la finita eternidad

Que buscaban ingenuos

Zagales en zaguanes

Entre dos mares...

ROGERVAN RUBATTINO ©

La MansedumbreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora