Sangre en la Arena

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Sentía como el calor de la arena atravesaba sus ropas. Isset hecho un vistazo alrededor, sus compañeros estaban todos en la misma posición; tumbados sobre la arena, expectantes. La única parte de su cuerpo que estaba descubierta era su brazo derecho, sentía como su piel morena era calcinada por el sol del desierto. Las gotas de sudor viajaban por su espalda y la madera de su lanza corta estaba cada vez más caliente, tuvo la tentación de soltarla para descansar la mano. Se pregunto si los demás estaban igual de nerviosos que ella; era su primera excursión. Cerro los ojos, se llevó la mano al cuello y saco un collar que tenía un pequeño ídolo en forma de águila. Isset rezo una pequeña plegaria.

Todos se levantaron, alguien había dado la alerta; abandonaron su escondite detrás de las dunas y cayeron como animales hambrientos sobre el pueblo. El corazón le palpitaba a toda velocidad, la adrenalina cubría todo su cuerpo. Isset casi se tropieza, la arena no era firme al bajar, mantuvo el equilibrio gracias a su lanza.

El grupo estaba compuesto por unas cincuenta personas; no iban uniformados, cada uno se vestía con la ropa que tomaba cada vez que saqueaban un lugar. En el frente iban hombres armados con espadas curvas, hachas y escudos; su labor era tumbar a los guardias que custodiaban la entrada y, sin mucha dificultad, eso hicieron. La segunda línea de ataque, las mujeres de las lanzas, aprovecho la brecha y entraron a la ciudad. Al lado de Isset uno de sus compañeros acababa de atravesar el pecho de un guardián, vio la sangre volar y teñir la arena de rojo. Justo al entrar dos hombres armados la interceptaron, pero fueron derribados al instante por un par de flechas; la tercera línea, los arqueros a caballo, se abrieron paso junto a Isset y su grupo.

Todos estaban dentro, el saqueo a la ciudad había comenzado. Isset entro en el primer edificio que vio, inspecciono el lugar rápidamente; observo alfombras de varios colores acopladas en un rincón y muebles con aspecto lujoso. No podía meterlos en la bolsa, pero un lugar así debía tener oro y joyas en alguna parte. Desde otra habitación, atravesando una cortina color purpura, un hombre se abalanzo con un cuchillo hacia ella. Isset apenas pudo reaccionar a tiempo, la hoja la alcanzo, abriéndole una herida en el abdomen. Sintió un ardor punzante y la sangre fluir, pero no dolor, la adrenalina no la dejo. Isset, instintivamente, hizo girar su lanza en forma de medialuna e hirió a su atacante en la mano que sostenía el cuchillo.

No supo como lo hizo, su cuerpo se movió por sí solo. El hombre se echó para atrás, apretó su mano ensangrentada contra su pecho y lo último que sintió fue como la lanza atravesaba su cuello. El pañuelo que cubría el rostro de Isset se tiño de rojo; tenía los ojos bien abiertos y el color de la sangre resaltaba el marrón de sus pupilas. Registro el lugar tan rápido como pudo, lleno la bolsa hasta la mitad con todo lo que consideraba valioso.

La chica salto por una ventana y siguió. Se alejo de la calle principal y entro por los callejones de la ciudad, se sentía más segura en espacios cerrados. Vio un guardia justo delante suyo, para el momento en que este se percato de ella ya Isset le había arrojado su lanza, el hombre grito cuando la punta de bronce lo impacto. El esfuerzo provoco que la herida de su abdomen se abriera más de la cuenta. Siguió corriendo y recogió su arma del cuerpo inerte.

Se retiro la parte del pañuelo que cubría su rostro, casi no podía respirar. Isset no encontró ninguna ventana o puerta en aquellos callejones, cada pared era igual a la anterior, parecía un laberinto. La desesperación la embargo, apenas tenia media bolsa llena y no paraba de dar vueltas en círculos hacia ninguna parte. Vio una pared lo suficientemente pequeña para escalarla; dio un salto y subió al techo del edificio. Comenzó a moverse entre los tejados guiada por el sonido de la batalla; quería encontrar un lugar mas para revisar, pero también quería estar cerca de su gente. Estaban a punto de marcharse, eso lo sabía.

Dio un ultimo salto y cayo al suelo. Vio una casa, la puerta era de madera y estaba cerrada, nadie había entrado aun; corrió hacia ella y de una patada entro. El lugar estaba oscuro, todas las ventanas estaban cerradas. Al detenerse en el centro del salón sintió un mareo, la vista se le nublo, chequeo su herida, estaba perdiendo demasiada sangre. Realizando un último esfuerzo comenzó a inspeccionar el lugar, entro a la cocina y tomo lo que encontró; eran utensilios de hierro y cobre, no tenían casi ningún valor, pero eran mejor que nada.

Isset escucho algo que se movía a sus espaldas, se giro bruscamente con la lanza apuntando al frente. Entre la oscuridad y los puntos blancos que se formaban frente a ella apenas pudo ver, pero una figura se alzaba frente a ella. Su vista se aclaró; era un niño con una piedra en la mano, el pequeño corrió hacia ella gritando, tenia los ojos llenos de lágrimas. Aquella imagen hizo que le temblara el brazo, o quizás era producto del mareo. Cualquiera que fuese la razón, Isset era incapaz de levantar su lanza contra un niño.

Lo ultimo que vio fue como el pequeño lanzaba la piedra, golpeándoladirectamente en la parte superior del ojo derecho. Cayo de espaldas, sus brazosbuscaron inútilmente un lugar al cual agarrarse. Su sangre comenzó a deslizarsepor su rostro, mezclándose con la del sujeto que había matado. Volvió a sentirla arena atreves de sus ropas, pero esta vez estaba fría.

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⏰ Last updated: Sep 17, 2018 ⏰

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