Capítulo 9: Niebla negra

1.3K 137 23
                                    

Senix

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Senix

Ramificaciones negras se enroscaron en las paredes y destruyeron todo lo que tenían a su alcance, salpicando mi rostro de pequeñas piedras y polvo, y en medio de todo eso la risa de Ryan cortó el silencio.

Leo quiso abalanzarse sobre él para atravesarlo con la afilada espada que empuñaba, sin embargo, el pelinegro vio venir eso y en rápido movimiento lo esquivó.

Corrientes de una nueva adrenalina inundaron mis venas y me dieron el impulso que necesitaba para incorporarme y lanzar una llamarada al Fénix Oscuro.

El ataque no fue tan fuerte ni tan concentrado en energía como hubiera querido, pero logró hacerlo retroceder dos simples pasos que aproveché para empujar con una discreta ráfaga de viento el cuerpo aún inmóvil de Diego, ocultándolo de la vista del estúpido chico que había roto en pedazos la entrada de mi casa.

Ryan avanzó sin despegar la mirada de Leo, quien también lo observaba de una extraña manera, unidos en una confidencialidad tan intensa en la que deseaban dañarse mutuamente.

—Adivinaré—susurré mientras alzaba una mano lista para lanzar otra llamarada como segunda protección si volvía a desviar a Leo—, ya vienes por mí, ¿eh, Cazador?

Sus ojos brillaron con una locura mal disimulada.

—Me encanta que aceptes los hechos.

—Creí que tardarías más de lo esperado. Pero parece que me equivoqué.

Usé la mano que tenía libre para ponerla detrás de mi espalda y hacerle señas a Diana de retroceder todo lo que pudiera de la amenaza que él representaba.

Me odié ahí mismo por haberme confiado tanto, el peligro yacía latente en cada rincón de este inmenso mundo, y lo peor con lo que podían golpearme ahora era un ataque sorpresa, el cual, he de mencionar, no estaba lista para enfrentar.

A menos, no en estos momentos.

Maldita conciencia llena de honestidad que me hacía admitir cosas que en otras circunstancias hubiera refutado.

En un rápido giro visualicé el preocupado rostro de mi mejor amiga, y mi enojo con el intruso incrementó a niveles exorbitantes.

—Al parecer así fue—aceptó Ryan Black—. Y no te gusta estar equivocada, verdad, ¿Senix Fire?

—No es así, cazador. Todos se equivocan, yo más que nadie. Y admitirlo no me matará.

Leo se colocó frente a mí, casi tapándome por completo la visión de la alta fugura de nuestro enemigo. Su furioso y contraído rostro estaba cubierto por una ligera capa de sudor, pegando varios mechones dorados a su frente, pareciendo aún más llamativo mostrando esa faceta tan hostil.

—Vete—sentenció el rubio, ya fuera de ese peculiar trance de odio compartido con Ryan.

Mientras tanto y de manera sorprendente, el pelinegro evitó su mirada y se concentró enteramente en mí, estudiándome con esos tétricos ojos grises. No llevaba la misma capucha del otro día que cubría su rostro, en su lugar sólo vestía con una camisa negra que se ajustaba a su trabajado torso haciendo juego con sus pantalones rasgados y botas gruesas. Su cabello oscuro estaba tan revuelto como las emociones turbulentas que presentes en las facciones de su pálido rostro.

La Princesa Fénix |Aeternis #1|Where stories live. Discover now