Buscando el Oro

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Nací en el Distrito de Limbani que es jurisdicción de la Provincia de Sandia en la Región Sur del Perú, un territorio fronterizo con la república de Bolivia, Lindo mi pueblo tienes que verlo en el mes de abril o mayo cuando todo sus campos están llenos de flores su cerros verdes, sus aguas cristalinas que bajan por el riachuelo hacia el barrio San Miguel, en armonía con el calorcito del sol y la frescura de sus mañanas me sentía siempre como cuando me pongo una ropa nueva, Yo  desde muy pequeño veía el continuo trajín de personas en mi pueblo buscando el Oro, hablaban de botellas llenas de oro, hablaban también de tesoros escondidos, incluso de soca-bones abandonados por los españoles yo veía sus ojos de aquellos señores de barbas crecidas, de aspecto descuidado, les brillaban los ojos al decir oro, mina o tesoro. Miraba sus manos sucias llenos de callosidades, incluso contemplaba sus dedos con manchas negras a punto de ser desprendidos, sus labios estaban llenas de una verde sustancia, hacían una forma de bolas en su boca con las hojas de coca. Sí casi siempre miraba a uno que otro borracho minero que olvidaba quitarse el casco, las botas y los plásticos que utilizaba como mecanismo de protección de la lluvia. Pero estaban allí comprando víveres, coca, alcohol, cigarro, chalona, arroz, fideos, conservas de pescado, velas, leche en polvo, azogue(Mercurio), dinamita, barretas, lampas, carburo y otras cosas justo un día antes de que regresen a su centro de trabajo. 

También existían un grupo de personas llamados arrieros ellos eran adiestrados para el transporte de las cosas que compraban los mineros estas personas tenían cinco a quince mulas que servían para cargar las cosas hasta las minas. cómo olvidar cuando escuchaba las campanas de los arrieros que llevaba siempre la primera mula de toda la fila, casi al intermedio iba su ayudante al que llamaba "Huarucho" un joven algunas veces menor de dieciocho años y al final estaba el arriero jefe al que se le oía desde lejos -¡Arre!, ¡Arre!-, -¡Pisa!, ¡Pisa!- portando un látigo hecho de jebe y otras veces una rama. Al ver ese trajín yo de pequeñito tenía que arrinconarme al costado del del caminito mas que dándole pasada era por puro miedo a la patada o el atropello de aquellas bestias, al final saludaba siempre al arriero a quién yo lo llamaba tío; Aunque no tuviera ningún vínculo sanguíneo es porque él vivía en mi pueblito y claro que lo conocía porque en algún momento como en alguna fiesta del pueblo al que también yo iba siempre estaban ahí, ni me acordaba de sus nombres pero los respetábamos siempre. había otras personas que eran los obreros, peones o ayudantes que casi siempre tenían un aspecto mucho más triste que estos dos grupos de personas, algunos vestían ropas sucias, llenos de remiendos, incluso usaban una especie de sandalias llamados "jusut'as" elaboradas de neumáticos usados, ellos siempre llevaban una sabanilla ( manta de algodón elaborada de sacos de harina) en su hombro, ellos cargaban las cosas del minero hacia las minas cuyos viajes duraban aproximadamente desde ocho horas incluso dos o tres días de caminata cargando un bulto enorme con un peso mayor a cuarenta kilos.

De grande voy a ser minero decían mis amiguitos, pero yo admiraba mucho más a las personas que tenían un carro, claro no había carro pequeño eran enormes servían para llevar carga y pasajeros un modelo común Dodge 800, un Camión Volvo, yo decía quiero manejar un carro como el de Elisban Cayo(Transportista que llevaba Carga desde Juliaca hasta Limbani) o como de Fermín Garrido(Transportista que llevaba Cervezas y Gaseosas desde Juliaca hasta Limbani), todos se reían porque pensábamos que sería como comprar un avión o algo así.

De grande voy a ser minero decían mis amiguitos, pero yo admiraba mucho más a las personas que tenían un carro, claro no había carro pequeño eran enormes servían para llevar carga y pasajeros un modelo común Dodge 800, un Camión Volvo, yo decía qu...

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Los días sábados Jugábamos en el estadio verde del pueblo, teníamos que arrear las mulas fuera del campo de juego para que no nos estorben, el juego empezaría a las diez de la mañana  pero terminaba las cinco o las seis de la tarde, claro que no sentíamos cansancio mucho menos hambre solo queríamos jugar mas.

El día domingo ya despertábamos temprano, porque teníamos que bañarnos las cuatro de la mañana era perfecto, entrabamos a la piscina del pueblo aproximadamente las cuatro y media desde ese momento era "nuestro momento", si momento de hacer lo que queríamos saltar al agua salpicando lo mas que se pueda, nadar de pecho haciendo la ola mas grande, zambullirnos en el agua buscando una canica, si no había canicas una piedra, un jabón o cualquier cosa. El típico juego del ahogado cuando ya estábamos cansados nadando a la deriva como flotando pero a todos debíamos salvarnos, tan divertido era hasta que el cuidador de la piscina entraba y decía: -Esos niños que entraron a las cuatro de la mañana tienen que salir-

Nos quedábamos callados y quietos, algunos decidíamos escondernos debajo del agua, tan pronto como salía el cuidador, volvíamos a nuestro momento de hacer lo que queríamos, saltar, correr, nadar, salpicar con los pies, echar agua a los demás, zambullir, lanzarnos con la pelota de hecho había un reloj analógico en la pared que marcaba las nueve y quince, yo miraba los dedos de mis amigos se arrugaban el mío también pero seguíamos jugando. casi siempre a las nueve y media el cuidador volvía a entrar y decir esos niños ya salgan. Nos llamaba por nuestros nombres salgan. Ése momento era para usar el shampoo en la cabeza, todos quietos como buenos niños estábamos ocupados aseando nos. para esa hora estaban los jóvenes mayores compitiendo entre ellos levantando olas grandes, salpicando igual que nosotros. entonces el señor cuidador pedía a uno de los jóvenes quitar el tapón de la piscina, éste sin duda alguna se zambullía y sacaba el tapón entregándolo inmediatamente al cuidador.  El agua comenzaba a vaciarse de la piscina, nadábamos muy poco, pero corríamos salpicando pero yo no quería salir jamás del agua caliente, Pero tenía que hacerlo sin querer y a toda prisa me vestía. tiritaba de frío en ese instante ya el sol iluminaba afuera algunas señoras lavando las ropas en los pozos de agua caliente, luego de comprar alguna golosina debíamos volver a casa, claro que mi mamá siempre me decía porqué había demorado tanto en la Piscina. Al que frecuentemente yo contestaba: «disculpa Madrecita no quería salir, porque estaba haciendo mucho frío»

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⏰ Última actualización: Dec 08, 2020 ⏰

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