Perdóname, hermano.

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¿Cuántas veces tuviste que enfrentar las cosas solo? ¿En cuántas ocasiones estuviste ocultando todo? lloraste por las noches abrazando a tus almohadas, soportando un infierno durante las madrugadas.

—Eres un inútil—repetía tu conciencia—, no sirves para nada—insistía con frecuencia.

—A nadie le importo—decías convencido—, ¿Para qué pedir ayuda?—pensabas disuadido.

Al llegar a la casa tu cara lucía afligida, y nadie te preguntaba qué te sucedía.

—La gente suele ser cruel...— dijiste un día.

Pero no tuve el valor de preguntarte cómo te sentías. Sufrías en silencio, y nada me decías.

—¿Porqué te fuiste?—inquirí sumido en confusión, mientras daba vueltas por la solitaria habitación.

Debí ayudarte, debí abrazarte, debí cuidarte, ahora no puedo, ya no estás a mi alcance. A nadie te le acercabas, con nadie conversabas, te encerrabas en tu cuarto, y jamás contestabas.

—Abre, hermano—susurraba desde afuera, y sólo escuchaba tu llanto como respuesta pasajera.

Te alejaste y nunca volviste, no he hecho más que lamentarme desde el día que partiste.

Un gato y sus poemasWhere stories live. Discover now