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Los días pasaban y el dolor de Jeno aumentaba, su madre estaba preocupada por él porque lo veía muy decaído últimamente pero no sabía que hacer para ayudar a su hijo. Mark intentaba comunicarse con él todos los días pero ya no respondía los mensajes, iba a la escuela y se mantenía en silencio cuando estaban juntos.

Ese día en la escuela empezó a sentirse mal, estaba sudando demasiado y cuando estaba por ir al baño a mojar un poco su rostro sintió una opresión en el pecho que le quitó el aliento; todo comenzó a dar vueltas y se sentía débil ¿Qué le sucedía? Quería llorar, su respiración era entrecortada y estaba a punto de desmayarse.

—¿Te encuentras bien? —preguntó un chico que pasaba por el pasillo y al ver el estado del pelinegro se acercó, Jeno no pudo responder y entonces cayó al suelo en seco. Se había desmayado.

[ . . . ]

Cuando Jeno despertó se encontraba acostado, podía identificar que estaba en la enfermería de su escuela así que no se preocupó. Con cuidado se sentó en la camilla y miró hacia todos lados, no había nadie con él y en parte agradecía eso.

De repente las náuseas vinieron a él y con rapidez se levantó para correr hacia el baño, vomitó y su garganta dolía. Luego miró el contenido que había salido de su boca y los pétalos llenos de sangre estaban ahí, suspiro y al ponerse de pie se dirigió a lavar los rastros de sangre que manchaban su boca y barbilla.

Odio tener esto, pensó.

𝐇𝐀𝐍𝐀𝐇𝐀𝐊𝐈 ₊ nomin/ renminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora