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Jirō Kyōka ha sido catalogada como marimacho desde que tiene memoria

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Jirō Kyōka ha sido catalogada como marimacho desde que tiene memoria.

Pero en verdad no es que realmente actuara de manera masculina, simplemente, aparte de no tener una actitud tan agraciada, no vestía de la manera que la gente consideraba convencionalmente femenina. Siempre destacaba por sus ropas desgastadas y de colores oscuros, sus accesorios de bandas de rock y su cabello bastante corto, además de que ella nunca se maquillaba, jamás. No tenía ni un sólo producto de maquillaje en su posesión, mientras que sus amigas ya eran de las que se solían arreglar bastante para cuando salían.

¿Y para peor? Por estatura se formaba de las primeras en la fila, por lo que se notaba bastante el contraste entre ella y las demás chicas a su alrededor.

Y, honestamente, no era sólo su apariencia.  Sus hobbies también eran parte de la razón de su apodo. Mientras sus amigas solían hacer reuniones para ver series románticas y clichés, además de suspirar por el chico guapo de la película, que cabe destacar no se parecía en nada a los chicos de la edad que se supone interpretaba (ew, por cierto), ella prefería quedarse en su cuarto a tocar guitarra o bajo, jugar videojuegos o simplemente ver vídeos estúpidos en internet. Técnicamente no son cosas masculinas, pero al parecer si no es femenino cuenta como tal.

Nunca le gustó jugar con muñequitas o con cosas que tuvieran color rosa en ellas, odiaba el color rosa con su alma. Su papá siempre la orientó por gustos musicales más pesados, por lo que le era difícil encontrar chicas con quién congeniar en gustos, razón por la que desde pequeña se juntaba con chicos. Ya recién a sus quince años logró trabar amistad con chicas, que aunque no compartieran exactamente los mismos gustos, se complementaban de forma perfecta.

Pero aún así, seguía siendo conocida como la marimacho del 1-A. Y eso le había provocado bastantes problemas.

Como el de esa misma mañana, por ejemplo.

—Lo siento —murmuró ante su profesor jefe, quien la miraba desde su escritorio.

—¿Eso dirás después del golpe digno de boxeador que le diste a Kaminari? —El profesor Aizawa la miraba con cansancio y sorpresa, siendo lo primero su estado natural y el segundo ya que la chica no solía llegar a los golpes.

Jirō se pasó una mano por el rostro, exhausta. No era su culpa que el rubio tonto hiciera de las suyas en medio de la ceremonias de clausura del trimestre.

Ella llegó bien uniformada y ¡llegó temprano! ¿Saben lo difícil que le era llegar temprano? Y no era que viviera lejos, simplemente le costaba mucho despertarse en la mañana... al igual que a sus padres. Si uno no se dignaba a levantarse, los tres podrían fácilmente quedarse dormidos hasta quién sabe qué hora. Y les ha pasado varias veces ya.

Todo iba súper bien, hasta que se topó con el imbécil ese de Kaminari. Y como siempre, él lo primero que hizo fue burlarse de ella. Para mala suerte del rubio, Jirō no estaba con las ganas de aguantar sus tonterías, así que constantemente le pidió que la dejara en paz, y no fue hasta pedirle por séptima vez que parara y que él no le hiciera caso por séptima vez también que le propinó un derechazo que el rubio jamás ovlidaría.

Lovely Complex ⚡kamijirō Where stories live. Discover now