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Son cerca de las seis de la tarde y decido pasar a una cafetería bastante rústica al igual que todo en este pequeño pueblito en el que solía vivir hasta los 17 años. Ésta se encuentra a la orilla de la playa.

No me lo pienso demasiado y entro. El lugar se encuentra casi vacío por lo que me ubico en una mesita desocupada con vista al mar. Un camarero bastante guapo se acerca a mí con una sonrisilla algo coqueta y me queda viendo como si buscase algo en mi cara.

­—Señorita ¿Se le ofrece algo? —su sonrisa se amplió aún más cuando habló. Tardó siglos en responder, ya que paseo la vista por su cuerpo desde la punta de sus zapatos bien limpios, jeans negros ajustados perfectamente a sus tonificadas piernas y subo por su torso y brazos firmes, para terminar en una hermosa cara y pelo limpio. Me espabilo rápidamente y veo que se me ha quedado mirando fijo.

—¿Nos conocemos? —el chico se quedó mirándome como si yo supiera la respuesta.

—¡Santo cielo, HoSeok eres tú!

—Claro que sí, ven aquí y dame un abrazo.

Me levanto de mi asiento rápidamente para abrazar a mi viejo amigo. Está bastante más guapo desde la última vez que lo ví, ya no usa esas horribles gafas gigantes, ni esconde su preciosa sonrisa detrás de aquellos frenos. Lógicamente, ya que han pasado cerca de ocho años.

—¿Vas a ordenar?

Le pedí un café con leche y miel acompañado de un pedazo de tarta de manzana. Hoseok corrió hasta la cocina y en menos de lo que canta un gallo volvió con la orden. Se sentó en frente de mí sin parar de chillar y decir lo mucho que me extrañó.

—Así que... ¿sigues viviendo en el mismo lugar?

—Exactamente al lado de tu vieja casita.

—Ya veo. Podríamos caminar juntos de vuelta, ¿a qué hora termina tu turno?

—En diez minutos. Marcaré mi salida, espérame aquí.

Hoseok recogió los trastes usados de la mesa dejando todo como estaba cuando llegue. Tardó menos de diez minutos a mi lado energéticamente. Salimos de restaurante y nos pusimos a caminar calle abajo pasando por la costanera en dirección al pequeño sector.

—¿Es él el motivo por el cual no volviste nunca más? —habló mi amigo rompiendo el silencio. Su pregunta me tomó por sorpresa.

—No, no lo es. Mi madre encontró una mejor vida en la ciudad, siento no haberlo mencionado.

Hoseok no volvió a preguntar. No me gusta mentir y mucho menos a alguien que fue y es muy importante para mí, pero la culpa se esfuma rápidamente ya que en parte mi madre sí encontró un trabajo más estable en la ciudad.

Avanzamos unos metros más y mi amigo señaló un pequeño banquito a la orilla de la playa con nostalgia.

—¿Recuerdas aquel banquito? ¿Recuerdas cuando estábamos en tercer grado y...?

—Nos besamos a causa del juego de la botella— termino la frase por él. Me río nostálgicamente. Recuerdo esa noche a la perfección.

Nos encontrábamos camino a casa con Hoseok y unos compañeros de clase estaban armando una borrachera para celebrar al nuevo compañero, Kim Taehyung. A penas llevaba un mes en el instituto y ya me sentía fuertemente atraída hacia aquel guapo, varonil y misterioso nuevo compañero.

A medida que avanzaba la noche aumentaban los tragos. Mis compañeros propusieron jugar el famoso juego de la botella. Donde besé a mi amigo Hoseok, pero también besé por primera vez a Taehyung. Sentí cosas tan fuertes como jamás lo había hecho, algo más que aquellas mariposas. Sentí cosas que supuestamente sentían los "adultos".

No tuve tiempo de asimilar aquel beso porque los policías se acercaban de prisa hasta donde estabamos festejando. Salimos despavoridos de aquel lugar. Con Hoseok chillando y corriendo calle arriba conmigo colgando, no pude saborear aquel contacto con el chico que no podría olvidar más tarde. Tal vez nunca.

—¿Te gustó?

—Sí— contesté perdida en mis recuerdos.

—¿Te gustó mi beso?

—¿Eh? Sí, claro Hobi, fue muy dulce— comente volviendo a la realidad y sonriéndole, pero el me dio un suave golpe en el hueso del hombro.

—¡Mentiras!, fue terrible. Casi babeo y chocamos narices— admitió un poco avergonzado. —Pero no te preocupes, ahora soy un experto.

Guiñó el ojo y me hizo pensar en cómo sería besarlo nuevamente. Si algún día sucedía no iba a negarme, al fin y al cabo, Hoseok siempre fue guapo, también fue el primer chico que me gustó alrededor de los siete años hasta los diez, solo que después lo vi nada más como un amigo o un hermano.

Caminamos un par de minutos más subiendo la calle jugueteando, riendo y recordando cosas del pasado.

Cuando llegamos a la calle donde me estaba quedando y donde Hoseok vivía nos despedimos, éste caminó rápidamente, sin embargo, yo me quedé parada allí afuera observando el lugar.

Las luces de la casa de Hoseok estaban prendidas a causa de su presencia allí. Observo mi casa y sigue exactamente igual, luego dirijo mi mirada a la casa de la izquierda de la mía. Las luces de la casa de Taehyung están apagadas, supongo que ya nadie vive allí o Hoseok me hubiese dicho lo contrario.

Entro a mi casa sin esperar nada. Enciendo las luces y mi laptop, me preparo un café y me siento en el sofá. Aunque esté de vacaciones no puedo evitar chequear mis materias del próximo semestre.

Navego unos minutos por internet hasta que decido irme a dormir, un panorama nada entretenido considerando que es viernes y estamos en época de descanso. Apago las luces y me dispongo a subir a mi habitación.

Un fuerte ruido de auto se escucha desde la casa del lado, por un momento pienso que es donde Hoseok, pero me equivoco. Es la casa de la izquierda.

Sin prender las luces husmeo a través de las cortinas. Un hombre alto baja del auto que acababa de estacionarse, rodea este mismo para abrirle la puerta a una chica igualmente alta y rubia. La chica toma de la mano al hombre y lo besa en la boca, él está de espalda por lo que no puedo ver su cara.

Ambos entran rápidamente en la casa besándose aún y moviéndose como si la ropa les estorbase. Me pregunto de quién se trata.

Pasan unas dos horas desde que me acosté cuando me levanto para guardar el laptop. Escucho unos pequeños rasguños en mi puerta así que bajo a ver de qué se trata.

Cuando abro la puerta veo a un pequeño perro que está echado en frente de ésta.

—Oh, hola pequeño ¿Tienes hambre? —pregunté sin esperar respuesta alguna y me dirigí a la cocina en busca de agua y un poco de pan.

Se lo di al perro y éste luego de comer y beber se marchó moviendo la cola. Veo la hora y es alrededor de la media noche.

Hace mucho calor, por lo que opto por sentarme en la entrada de mi casa y tomar algo de aire. El sonido de las olas me relaja y me dejo llevar por aquello.

Me sobresalto por el sonido de la puerta de la casa de la izquierda. La pareja sale y se queda esperando por algo. La chica está muy feliz, pero él sigue callado y algo alejado.

Un auto llega y la rubia se monta en él y se despide. —Nos vemos TaeTae.

¿TaeTae...hyung? No, es imposible. El chico solamente levanta la mano en señal de adiós.

Me encuentro totalmente absorta en mis pensamientos y mirando en su dirección. El chico se da la vuelta y hacemos contacto visual por segundos que parecen años.

Es él. Es Taehyung.

STYLE • KTH+18Where stories live. Discover now