Volar lejos

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Eran las 6 de la mañana en un pequeño pueblo cerca de la playa en donde me encontraba parado junto a las demás gaviotas intentando poder comer algo, cuando miro hacia a un lado y observo a Juan Salvador Gaviota en el aire practicando vuelos arriesgados, que como es sabido aquí en la bandada no está permitido hacer, pero a él no parece importarle y sigue practicando, cuando de repente cayó. Observo curioso como sus padres se acercan y le dicen algo, puedo notar que hay decepción en su mirada, que el solo quería seguir volando como lo estaba haciendo. Cuando de repente escucho que me llaman...

-Eulogio, ven vamos por más comida- me dice una gaviota, que en realidad ni conozco. Yo solo asiento con la cabeza y vuelo junto a él.

Al pasar los días me doy cuenta que Juan ya no estaba volando como antes, que actuaba como los demás de nosotros, así que me acerque y le dije -¿Por qué ya no estas volando como antes?- Pregunto con mucho interés-. A lo que él me respondió, -Porque las gaviotas normales no vuelan así, he intentado de todo para hacer lo que más me gusta que es volar muy rápido y hacer muchos trucos, pero siempre salgo decepcionando a mis padres. Me mira y esa mirada es de decepción, es como la de esa mañana cuando sus padres se acercaron a ellos. Me recuerda mucho esa mirada que yo tenía cuando hace un par de años intente hacer lo mismo que él, aún recuerdo como casi me exilian de esta bandada.

Flashback

- Eulogio, como es posible, sabes cuales son las reglas, eres una vergüenza cómo es posible que estés volando a tal velocidad, pudiste haberte muerto- Me dice con furia, a lo que yo le contesto.- Ustedes solo piensan en buscar alimento, no se dan cuenta que podemos ser más que eso, per...- Me interrumpe. - No quiero escucharte y te lo advierto Eulogio, rompes de nuevo la promesa y te alejas de aquí y no vuelves a ver a tu familia. - Me dice mientras se aleja enojado.

Fin del flashback

Aún observo a Juan y le digo.- ¿Te digo un secreto?, yo igual fui como tú, ellos no entienden esto, ellos no saben lo que sentimos al no querer ser comunes-. Me observa con ilusión.

Y es cuando le sigo contando todo lo qué pasó hace dos años atrás.

Al día siguiente, me levanté contento ya que, la conversación con Juan fue muy agradable y motivadora, luego, de rememorar toda la conversación con una sonrisa decido levantarme para desayunar, sacudo cada parte de mí, haciendo que algunas plumas se desprendan, sintiendo la brisa marina más fresca que de costumbre, sin embargo, observo mi alrededor, y es ahí cuando veo a Juan, en medio de todos. Al fin, se dan cuenta del talento que tiene.

Solo se escuchan gritos de odio a lo lejos hacia él. Lo exiliarán, podría hacer algo, pero sé que por defenderlo terminarán expulsándome a mí, tontas leyes. Es cuando, ahí una voz entre todas se escucha gritando "Se ha roto la hermandad", y todas las gaviotas comienzan a entonar los gritos al unísono al mismo tiempo que le dan la espalda. Y para evitar mi propia expulsión, le doy la espalda a Juan.

Ladeo un poco la cabeza para mirar a Juan, y es ahí cuando veo a este emprender el vuelo lejos de la Bandada.

Al pasar los días, en una noche fría, emprendo un pequeño viaje lejos de los Acantilados para hablar con unos viejos amigos y pedirles que cuidasen a mi querido amigo Juan, les di una pequeña descripción sobre el para que supieran identificarlo y así ayudar a Juan en su soledad.

Aquellos viejos amigos eran Rafael y Chiang quienes fueron expulsados de la Bandada hace mucho, pero tuve la fortuna de conocerlos, gracias al cielo. Ellos asintieron ante mi petición, se despidieron y volaron juntos hasta que los perdí de vista.

De regreso, a la Bandada, me cuestioné por dentro porque seguía ayudando a Juan, por lo que después de tanto pensarlo llegué a la conclusión de que, siento una gran admiración por el y me identifico tanto con su forma de pensar que, me hubiera gustado que una de las tantas gaviotas de la Bandada hubiera hecho eso por mí hace años.

Han pasado unos meses, me siento aprisionado, no tengo libertad, estoy condenado a una rutina donde para lo único que puedo hacer es volar para conseguir comida, me siento tan desesperado que quisiera contactar con Juan y pedirle ayuda, pero no pienso causarle más molestias, por lo que, decido escapar volando a lo lejos.

Llego a un lejos acantilado, siento la brisa marina más fresca que de costumbre, como hace unos meses en los que platiqué con Juan, y hablando de él, lo escuché hablar a lo lejos:

-Intentémoslo juntos ahora, en formación. Y concéntrate en ese encabritamiento. Es una entrada suave, fácil.

En ese momento, me doy cuenta que Juan, esta logrando lo que más quería, volar lo que quisiese sin represalias de otra gaviota y, además, enseñándole a otras gaviotas lo que ha aprendido durante años o menos.

Y desde ese día, comencé a hacer lo que no pude después de tantos años aprisionado en una rutina, disfruté de mi libertad, volé e hice piruetas como nunca, aunque, escondiéndome de la Bandada.

Eso hice, durante los próximos años, hasta que una noche en las que volaba por doquier, me encontré con Juan volando por ahí, en completa soledad por lo que, me acerqué a él, y hablamos de lo que nos habíamos hablado durante todos estos años en los que no sabíamos nada uno del otro.

Comenzamos hablando de ello y luego, llegamos a meses más recientes, éste me contó que una vez intentaron atentar contra su vida y también, me habló uno de sus aprendices quién, le recordaba tanto así mismo como era el principio, en su forma tan insegura y tímida de ser por lo que los demás dijeran de él , igual me contó mucha de las experiencias que tuvo al enseñar técnicas de vuelo a las demás gaviotas.

Juan Salvador Gaviota por fin había volado.

Volar lejosWhere stories live. Discover now