Cap. 6

240 51 14
                                    

NARRA JOEL PIMENTEL

Miré mi platillo por casi 10 minutos, solo moviendo las verduras de un lado del plato al otro con mi tenedor.

- ¿Sucede algo, cariño? – preguntó mi madre.

- No, nada, solo no tengo hambre. Iré arriba, quiero dormir. – me puse de pie y fui hasta mi habitación.

NARRA ERICK COLÓN

Sabía que el que Joel supiera todo sobre mi, resultaría de esta manera, eso de "Necesito procesar todo" fue una forma sutil de decirme, lárgate maldito homosexual.

- ¡¿Por qué hago drama?! – exclamé mientras me encontraba recostado en a un costado de mi cama.

Miré a Cherry y le sonreí, mi perro quería verme sonreír o al menos eso es lo que yo pienso que ella quiere o quizá solo quiere comer.

- Deja de pensar estupideces, Erick Colón. – susurré cubriéndome completamente con la sábana.

Al cerrar mis ojos, escuché el gruñido de Cherry, entonces volví a abrirlos y destapé poco a poco mi cabeza, observando la sombra que se proyectaba desde detrás de mí. Había alguien en mi cuarto. Pero Cherry no atacaba, "perro tonto" pensé.

Estiré mi brazo tomando el bate que se encontraba debajo de mi cama y entonces...

- ¡Alto ahí! – dije en tono alto soltando un golpe en la cabeza del desconocido.

- Para, idiota, soy yo Joel. – dijo sobando su cabeza.

- ¿Joel? – repetí. Caminé hasta el apagador y encendí la luz, y efectivamente, era Joel Pimentel. - ¿Qué carajos estás haciendo en mi habitación?

- Tú me enseñaste a entrar a tu cuarto, ¿Recuerdas? – sonrió. – Cuando éramos niños.

- Si, lo sé, me refiero a ¿Qué haces aquí?

- Vamos, te llevaré a un lugar. – dijo volviendo a caminar a la ventana.

- ¿Qué hay sobre, procesar lo sucedido? – pregunté un tanto tímido.

- Solo estaba un poco desorientado, eres mi mejor amigo, ¿Qué no? ¿Vienes? – comenzó a cruzar la ventana.

- Maldición, ¿ya viste la hora? – miré mi reloj de pared. – son las

- 11:59, ¿Tus converse se harán de cristal? – bromeó.

- ¿A dónde vamos a esta hora? – tomé algunas cosas del buró como mi llavero y mi celular.

- Tu ven, te diré en el camino.

Y entonces, saltó. Giré los ojos e hice el mismo proceso que él.

Comenzamos a caminar por las desoladas y oscuras calles del vecindario.

- Después de enterarme de que eras gay, quedé en shock. – dijo con sus manos en los bolsillos de su chaqueta y el viento golpeando su rostro moviendo sus tan finos cabellos, este hombre era perfecto.

- Odié que te enteraras de esta manera. – susurré mirando al frente del camino. – pero que bueno que ya lo sabes, un peso menos sobre mis hombros.

- Olvídate de eso, me dio tiempo de pensar en algo que podemos hacer por ti. – comentó algo alegre. – no preguntes porque no te diré a donde vamos, lo sabrás cuando lleguemos.

- ¿Cómo que harás algo por mí? – pregunté parándome frente a él.

- Te dije que no preguntaras. – me esquivó y siguió caminando.

- Creí que te referías con no preguntar sobre a dónde vamos. – dije tomándolo del brazo deteniendo su paso.

- Buen punto. – sonrió soltándose de un jalón. – ya casi llegamos, Cuba.

- Mas te vale que sea bueno, o te destrozaré. – volví a caminar junto a él.

- Oye, evitemos ese tipo de palabras ahora, ¿quieres? – dijo deteniéndose.

- ¿Qué palabras, Joel?

- Palabras como "destrózame" – hizo comillas con sus dedos. – ahora que se sobre tu orientación sexual, puedo darle doble sentido y no es lindo. Pero también quiero aclarar, si fuéramos pareja, que por supuesto nunca pasará. – alargó la última palabra. – yo te destrozaría a ti, Colón.

- No voy a hablar de esto contigo. – bufé incómodo. – yo tengo madera de activo, solo para aclarar.

- Sigue soñando.

Después de eso, solo ignoré el tema de conversación, caminamos esta vez sin hacer comentarios de ningún tipo hasta que llegamos al lugar. Ojalá jamás le hubiera enseñado entrar a mi cuarto a Joel, es un completo estúpido.

- ¿Un Bartop Dancing, Joel? – dije mientras mostraba mi identificación oficial.

- ¿No es genial? – sonrió.

Caminé entre aquel oscuro pasillo, todo alrededor olía a... sudor, sexo y alcohol.

Buscamos un lugar disponible y caminamos hasta allí.

- ¿Qué hacemos aquí? – pregunté mirando por todos lados.

- Aquí, mi pequeño ojiverde, aquí. – golpeó la mesa. – te vamos a volver un hombre.

- Ser gay no hace que deje de ser hombre, imbécil. – murmuré cruzándome de brazos.

- Lo sé, lo siento, vamos a cambiar tus gustos, ¿Si? – levantó la mano para llamar la atención de un par de bailarinas. – quizá solo te hace falta estar con una chica, ¿No lo crees?

- He estado con mujeres, Pimentel. Incluso más que tú.

- ¿Enserio? – insistió con su mano, pues las chicas no iban.

- Parezco un chico nerd y adorable. Las mujeres saben que esos son los mejores en la cama. – sentí un incómodo orgullo.

- ¡Lo ves! – golpeó mi pecho. – tu parte heterosexual está ahí dentro.

Dejé de hablar, pues tratar de razonar con Joel era como razonar con un animal. Las chicas llegaron y comenzaron a bailar, yo simplemente miraba la mesa tratando de no hacer contacto con las chicas, pero eso se hacía más y más difícil, pues restregaban sus atributos en mi cara.

Miré de reojo a Joel, el cual tenía una sonrisa enorme en su rostro mientras sus ojos brillaban al ver a las chicas deshacerse de su ropa. Ese brillo, lo confirmó, todo lo sucedido en esta noche, me lo confirmó, Joel jamás sería mío.

Me puse de pie sin previo aviso, pidiéndole permiso a la bailarina, y caminé a la salida.

"Erick" escuché desde el lugar en donde estaba sentado hace un momento. Después sentí a Joel seguirme.

Salí de las instalaciones, caminando sin destino fijo.

- Erick. – me detuvo tomándome del brazo.

- ¡¿Qué quieres Joel?! – exclamé molesto. - ¿Por qué no te quedaste ahí? Parecía que lo disfrutabas.

Vi como sus labios comenzaban a abrirse con la intención de hablar. Y lo detuve.

- No digas nada, ya no. – me detuve bajando la mirada, ¿A quién engañaba? Por más de tratar de ser fuerte, estaba desmoronándome en el interior. – lamento que veas en mí, algo que reparar, Joel.

- Yo solo quiero a mi amigo de vuelta.

- Sigo siendo yo, maldito imbécil. – por más que traté, las ganas de llorar ganaron la batalla. – estoy aquí, Joel, sigo siendo yo, siempre he sido yo. Eres el único que no lo ve.

- Erick, por favor no llores. – trató de tomarme del brazo, pero me alejé.

- Háblame cuando dejes de ser un imbécil. – dije caminando rumbo a mi casa.


Be Discreet ~ JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora