Capítulo 17

19.7K 2.2K 344
                                    


MALAS NOTICIAS

"El componente más importante de una cámara está detrás de ella".

—Ansel Adams.


ANTHONY

Violet mantiene su pierna sobre las mías de una manera tan descuidada, que su vestido ha escalado hasta manifestar gran parte de sus muslos.

Tentado a recorrer ese magnífico camino de curvas que finaliza sobre su cintura, me fuerzo a tan solo contemplar un poco, inspeccionando con recelo la manera en que su despreciable vestido empieza a burlarse de mí, presumiéndome el derecho que tiene sobre su pálida y pecosa piel.

Mortificado, mi repaso llega hasta sus hombros desnudos y me cuesta frenarlo, porque la zona más traicionera de mi cuerpo de pronto empieza a despertar.

Me remuevo un poco y la escucho exhalar profundo, distrayéndome y, por suerte, arrastrando mi atención a otro sitio.

Su cabello es un completo desastre, cae sobre su rostro de manera desordenada, así que lo aparto.

De inmediato me embeleso cuando aprieta los labios y luego los mueve, como si tiernamente quisiera besar el aire.

Habiendo perdido la potestad para resistir es la razón por la que los acaricio, es entonces que sus ojos se abren y me inspeccionan. Lucen hinchados, confundidos y profanados por el maquillaje, pero, por sobre todo lo demás, son preciosos.

—Estás sonriendo —me dice, ¡y por un demonio con su adormilada voz! Siempre encuentro algo nuevo en ella que me seduce.

—Es lo que ocasionas.

Es como un apetecible postre. Es el efecto Violeta pastel, inesperadamente convirtiéndome en un ansioso por lo dulce, por ella: un delicioso postre que ansío devorar.

—¡Oh por Dios! No habré estado babeando, ¿o sí? —Cuando creí imposible, sus ojos se abren todavía más y empieza a frotar su boca. La detengo, atrapando su pequeña mano y situándola sobre mi hombro mientras me hundo en su cuello, fundiéndome entre calidez y su delicioso aroma, percibiendo esa tranquilidad que me brinda su cuerpo cuando de repente me abraza.

Cierro los ojos mientras sus dedos se deslizan por mi nuca, acariciando, enterrándose en mi cabello.

Esto se siente demasiado bien.

Deseo permanecer así durante un largo rato, cuando, de derepente, percibo los pasos que entran a mi habitación.

—Hermano... —La voz de Wallas se apaga, pero un segundo después lanza un silbidito de admiración.

Las caricias se detienen abruptamente y Violet se revuelve, hundiéndose bajo la sábana mientras la ayudo a cubrirse para cerrar esa bocaza de perro jadeante que yace estacionada en medio de mi umbral.

—¡Mierda, Wallas! —exclamo al reconocer su mirada lasciva. Un segundo después de confirmar que los ojos grises son los únicos que se asoman con cierta vergüenza bajo mi sábana, contemplo hacia la puerta por segunda vez—. ¿Por qué sigues aquí?, espérame en la sala.

—Ah, sí... Claro —se ríe y sale tan campante de la habitación, que me provoca las ganas de patear su trasero hasta no verlo caminar durante la siguiente semana.

—Anton. —Violet me detiene—. Él...

—De lo único que debemos preocuparnos —intervengo—, es de cambiar la cerradura del apartamento. No dirá nada, te lo prometo.

El enfoque perfecto ✓Where stories live. Discover now