Amor prohibido Naruto X Naruko 2018

Capitulo 8 - Calma

Calma

Una tarde somnolienta, todo era calma en la aldea de la hoja, era una tarde perfecta para no hacer nada, de esas en las que recostarse y mirar las nubes y el atardecer era un placer celestial donde si una persona no disfrutaba de la tarde se le consideraba insano o loco, cualquiera de los era sinónimo, al final no importaba.

El olor de sereno aire que recorría a la ciudad la hacía más calmada, todo era paz, todo era tranquilidad. No hay porque moverse, no hay porque correr, no hay porque reír no hay porque llorar, no hay porque sufrir, no hay porque regresar al tedioso día laboral, hoy no, hoy es para ti, hoy es para soñar.

Nuestro protagonista era una de esas personas que recibían esa tarde con una gran satisfacción, recostado en el verde pasto, bajo su árbol preferido, olvidaba todos sus temores, todos sus deseos se esfumaban, sus angustias, sus pesares, sus dolores y lamentos se iban con el viento. Que mejor placer que el de olvidar todo aquello que te molesta, todo aquello que te hace evitar la calma.

Oía pasos pero no le importaba, solo quería estar en esa calma, pero un pequeño e inocente olor lo acosaba, ese olor al que ya se había enfrentado ese olor que no era posible superar….muerte. Abrió los ojos sin siquiera saber que pasaba, todo era fuego y sangre, el bello pasto ahora era una pila de cadáveres, el bello cielo azul ahora estaba cubierto por humo y el color rojo del fuego, sus manos estaban llenas de sangre.

Que era lo que pasaba, que había hecho, como lo hizo. El sin fin de preguntas llegaban a su mente una tras otra golpeando su débil conciencia. La desesperación lo tomaba, su pequeña inocencia se quebraba.

Una sombra a lo lejos, que era lo que veía, acaso una ilusión o ya estaba al borde de la locura, miro a la figura, era su hermana, la que alguna vez había jurado proteger la villa ahora sonreía, sus manos ensangrentadas, en una de ellas empuñaba su katana que tenía una capa de sangre en la hoja. Ahora lo entendía no había sido él, fue su hermana, no lo entendía, su cabeza estaba hecha un desastre, sin darse cuenta la figura de su hermana se encontraba frente a él, no podía moverse, estaba paralizado, no podía hablar, solo mirar, mirar como su hermana se acercaba lentamente, más y más cerca, hasta estar de frente, sus mirada se cruzaron por un rato y….silencio, ahora todo era distinto, su tienda, era su tienda de campaña, había soñado, era un sueño. Salió sin pensarlo dos veces y se tranquilizó, se encontraba en el mismo claro en el que acampo, amanecía. El amanecer un espectáculo del que pocos saben apreciar o tienen la oportunidad de ver.

Miro a todos lados pero al parecer él era el único despierto, miro la tienda de su hermana, era de un buen tamaño fácilmente tres personas podrían dormir ahí, decidió entrar, tal vez quería asegurarse de que todo había sido un sueño, pero su inconsciente quería verla no por angustia sino por deseo, y ahí estaba, siempre con ese mirada sería y fría, muy pocas veces la había visto alegre, feliz, o al menos verla sonreír. Pero ahí estaba, su corazón latía tan fuerte que si prestabas atención lo podías escuchar. Se acercó lo suficiente como para besar su mejilla, lo quería hacer, pero tampoco lo quería hacer.

Salió de la tienda con los ojos cerrados, estaba confundido, pero no se dio cuenta de que ella estaba despierta y lo había visto, pero su cara no reflejaba ni remordimiento ni angustia, sino que reflejaba picardía e ilusión.

El regreso a la aldea fue totalmente desesperante, nadie dijo nada en todo el camino, solo simples afirmaciones u observaciones, era obvio, solo eran tres, dos ni se querían mirar y el tercero era más serio y callado que una roca. Se fueron en la mañana y llegaron a altas horas de la noche, como siempre no había pasado nada interesante en el camino, ni siquiera un ataque de bandidos, solo silencio y una que otra parada para descansar, comer algo o ir al baño.