Capítulo once.

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La adrenalina causa que los vasos sanguíneos se dilaten para permitir el flujo sanguíneo y la entrega de oxígeno. El sonrojarse tiene que ver con este proceso. Las venas en la cara reciben la señal de un transmisor químico que permite a la adrenalina cumplir con su tarea. De esta manera las venas se dilatan dejando pasar más sangre de lo común. Se acelera la respiración y el ritmo del corazón aumenta, las pupilas se dilatan y la digestión se hace más lenta.

Así es como Lauren se sentía mientras Camila la besaba en su habitación, sus manos estaban en sus caderas acariciándola y las manos de Lauren estaban entre los mechones marrones de Camila, sus labios bajan por su cuerpo y, Dios santo, se siente tan bien.

La mano delgada de Camila viaja sus pechos donde toca suave y la ojiverde siente que ha dejado de respirar cuando la morena apreta, es mágico, su piernas se apretan y se siente que su botón de placer se contrae, ama como Camila la besa nuevamente moviendo sus caderas juntas, da ligeros golpes a la pelvis de la ojiverde.

No hacen nada más ese día que besarse y conocer cada pequeña parte de ellas, no lo hacen de una forma pervertida, lo hacen con amor, disfrutando de sus suspiros mutuos.

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Las confesiones siempre eran difíciles, por eso mientras comían helado de fresa en su heladería favorita. Camila está decidida a decirle a Lauren que la ama, la ama tanto como ama la playa, como ama ver el Sol caer y la Luna cubrir su lugar.

Tienen las manos sobre la mesa, sus ojos no dejan de verse. Es curioso como siguen siendo las mismas y al mismo tiempo tan distintas porque Lauren no conocía está parte romántica de Camila y la morena no conocía esa parte erótica de Lauren.

- Te amo.- dice de la nada, Lauren levanta la mirada a sus ojos, brillosos en oro y bañados en amor puro.

- También te amo.- y así el eclipse comienza.

EXPLÍCAME, ¿CÓMO?Where stories live. Discover now