VII

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– ¿Qué es lo que pasa? – veo cómo Akkon entra por la puerta entreabierta

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– ¿Qué es lo que pasa? – veo cómo Akkon entra por la puerta entreabierta.

– Majestad, ella no quiere ponerse los ropajes acordados para ella – se chiva una de las que se suponen que son mis doncellas. Quieren que me ponga un estúpido corsé, con zapatos de tacón, cancán y vestido. Vamos es que ni de coña, parece incomodísimo.

– Buenos días, Kendra – dice él, dirigiéndose hacia mi mientras asiente con cuidado con su cabeza.

– Buenos días, Akkon – le digo y él me sonríe.

– ¿Cuál es el problema con la vestimenta, Kendra? – me pregunta él – ¿Es que no le gusta el vestido? Podemos mandarle traer otro.

– No, el vestido es precioso, pero es que... Yo voy cómoda con mi uniforme, me gusta llevarlo – me encojo de hombros – Quiero algo cómodo para poder moverme con libertad, y un corsé con un can-can, muy cómodos no son.

– Bien, vístase con lo que se sienta más cómoda – le sonrío. Este chico es un sol.

– Pero majestad, ese no es el protocolo – dice una de las doncellas -Una dama no debe ir enseñando las piernas- sigue hablando tonterías, yo ruedo los ojos.

– Yo no soy una dama.

– Es cierto, no lo ess – dice el rey, dándome la razón – Ella es la embajadora, y dispone de total libertad de criterio para vestir tal y cómo ella guste – sonrío hacia él.

– Por supuesto, majestad – ellas hacen una reverencia y se retiran. Yo sigo con el camisón y algo despeinada, pero no me importa demasiado.

– Algún día tendrá que lavarse esa ropa, Kendra.

– Lo sé – digo yo – Ese día lo pasaré entero con este batín, es comodísimo – él ríe ante mi comentario.

– La dejo vestirse, cuando desayune, me gustaría reunirme con voz y con ser Reikken en la sala del trono – asiento en su dirección.

– Por supuesto.

– Sirven el desayuno en el comedor, sólo llegue y siéntese, le servirán lo que pida – la palabra desayuno suena como un canto angelical en mi interior, me muero del hambre – La veo después, mi señora – asiento con media sonrisa y cierra la puerta tras él.

Me visto y me lavo la cara con la pila de agua fresca que me han puesto en lo que es el tocador de estos aposentos. No me gusta ir pidiendo por ahí cosas, pero creo que hoy me gustaría darme una ducha caliente, sería agradable.

Salgo de mi cuarto, con el pelo suelto, la cara lavada y el uniforme puesto. La guardia del pasillo ha cambiado, les doy los buenos días a todos ellos y ellos me responden. Bajo a la planta baja del castillo, y al salir del arco, y dar al pasillo, pregunto a uno de ellos cómo se llega al comedor. Uno de ellos me escolta hasta él, descubriendo que está relativamente cerca de las escaleras, con decirme la puerta era suficiente, pero él ha insistido en acompañarme. Al llegar al comedor descubro a Reikken, que ya está comiendo algo.

EireWhere stories live. Discover now