Capítulo 2

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— ¿Me das las llaves para abrir la puerta? —me pidió Gavin, una vez frente a mi puerta.

Me negué a darle las llaves.

—Yo puedo abrirla. —Saqué las llaves de mi diminuto bolso de mano y la metí en la cerradura, abriendo la puerta—. Ahora si puedes bajarme, por favor.

Era una súplica. Su contacto... me quemaba.

Una sonrisa, entre malévola y con esa coquetería francesa que me cautivó, bailó en sus labios, mirándome a los ojos con firmeza y evité estremecerme, no olvidando que me mintió y si en ese momento estaba en mi casa—por primera vez—y me tenía en sus brazos era totalmente en contra de mi voluntad. Aun, cuando no podía ser un perra hipócrita e ignorar el deseo por él que atravesaba todo mi ser, consumiéndome viva.

—Prefiero tenerte así, en mis brazos —me susurró al oído poniéndome arder por su cercanía—. Me encanta ese perfume, delicado y excitante.

Me dejó un húmedo beso en el cuello, mordí mi labio con fuerza para reprimir un gemido.

—Bájame, ya mismo, Gavin —exigí, él rio y cuando ese francés sonreía una chispa interesante se reflejaba en sus ojos ambarinos.

Para mi buena suerte él me dejó en el piso, y yo me acerqué cojeando hacia el sofá para quitarme esos zapatos rotos. Con lo que me habían costado esos Manolo Blahnik, y estaban arruinados y sin remedio.

Bufé.

Elevé la mirada y vi a Gavin detenido delante de mí con las manos en sus pantalones negros de fina marca. Como siempre, estaba hecho un Dios sexy y caliente.

Lucía tan follable.

Me levanté del sofá y quedé a su nivel. Bueno, en ese momento y sin tacones mucho más baja que él en realidad, así que no había nivel, aun así le miré a los ojos.

—Me pregunto a qué viene esa insistencia tuya a hablar conmigo sobre algo que yo ya tengo muy claro —emití sin bajar la barbilla ni apartar la mirada de sus ojos en busca de algo. No conseguí nada.

Intentó tomar un mechón de mi cabello, pero fui más rápida y me alejé de su toque. Su contacto me ponía a arder de una manera que ni siquiera necesitaría que él me quitara la ropa, lo haría yo misma y dejaría que me follara donde quisiera probablemente en mi sofá, y no podía olvidar que era un hombre comprometido que me usó solo como desahogo sexual mientras llegaba el día de jurarle amor eterno a otra en el altar.

No nací para ser plato de segunda mesa de nadie, a menos que yo no estuviera enterada y me dejara ver la cara de estúpida como sucedió con este francés por dos putos meses.

Gavin podía ser un dios en la cama y entrenado por los mismos dioses para dejarme satisfecha en cada entrega que habíamos tenido, pero repito, no sería su segunda en tanto otra llevaba un anillo de diamantes suyo.

Podré haber sido cualquier cosa, pero puta nunca había sido.

—Como te dije necesito explicarte algunas cosas, Morgana. Solo déjame que te las explique, ¿sí?

Blanqueé mis ojos. Y dale con la misma canción.

—No entiendo qué es lo que me quieres explicar. —Suspiré—, ¿que estas comprometido? Conozco ese significado. Eso implica matrimonio, marido y mujer hasta que la muerte los separe, una vida juntos. —Me encogí de hombros—. Como comprenderás entiendo el concepto. Y si lo que deseas es que sea tu cogida fácil mientras se realiza tu boca con Celine, pues estas jodido porque no estoy disponible. Búscate otra, aunque, creo que si estás a punto de casarte al menos deberías de respetar a tu prometida, es muy falta de hombría lo que haces.

Es Para Siempre ( Saga Amores Inevitables #1.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora