t r e c e

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18 de abril

Las lágrimas estaban empañando su mirada y apenas podía ver bien mientras corría. Apenas sentía ya sus piernas, ni su cuerpo, ni su corazón. Apenas podía respirar. Intentó girar la cabeza para mirar detrás de sí misma, pero eso hizo que estuviera a punto de caerse al suelo, así que se corrigió inmediatamente y siguió corriendo. Tenía miedo.

No muy por detrás de ella, podía escuchar las risas y los pasos accelerados de esos borrachos que la seguían, esos mismos borrachos que habían despedazado su sudadera y roto la cremallera de su pantalón con tal de llegar a su acariciar su piel más íntima. Iseul casi les vomitó encima antes de huir de ellos, con la mochila sobre sus hombros. Sin embargo, uno de esos hombres, consiguió tirar tan fuerte de esta que rompió los tirantes y ella tuvo que detenerse para recogerla, enzarzándose en una pelea con esos borrachos.

No era la primera vez que tenía problemas con hombres que iban ebrios, pero nunca antes le habían perseguido con tanta insistencia y energía. Debían de estar realmente desesperados y, seguramente, bajo el efecto de alguna droga. No le dio tiempo a sacar el móvil que Hoseok le había regalado para llamar a la policía y, por mucho que gritara, eran las cuatro de la mañana y las calles de Seúl estaban desiertas. Además, gritar hacía que su respiración se ralentizase y por lo tanto, corría más despacio, así que dejó de hacerlo.

Ni siquiera se dio cuenta de que calles estaba atravesando ni de que había establecido un destino inconscientemente, pero de repente, reconoció aquella casa tan gigantesca en la que había amanecido con resaca no mucho tiempo atrás. Se paró en seco al llegar a la entrada y miró al inicio de la calle, donde sus perseguidores seguía corriendo pero agotados.

Eran las cuatro de la mañana y seguramente Hoseok estaría durmiendo, pero Iseul llamó a la puerta con insistencia, nerviosismo y miedo. La puerta comenzó a abrirse despacio unos minutos después mientras que una voz ronca comenzaba a hablar despacio. La castaña, con todas las confianzas del mundo, entró en la casa a toda prisa, cerró la puerta tras su espalda y prácticamente cayó sobre el moreno cuando sus agotadas piernas cedieron ante su peso.

—¿Iseul?

La voz de Hoseok distaba mucho de la alegre y cantarina que tenía durante el día, convirtiéndose en una voz algo ronca y muy lenta, aunque verdaderamente suave, cuando estaba recién despierto. Miró a la chica que sostenía entre los brazos, confundido y asustado al ver el rostro de la joven plagado de lágrimas y la ropa estropeada que llevaba puesta.

Escucharon golpes en la puerta e Iseul, con los ojos llenos de lágrimas y aterrorizada, miró a su amigo y negó con la cabeza efusivamente. Entonces Hoseok lo comprendió todo. Suspiró. Luego, cogió a la chica en brazos y la llevó directamente a su habitación. La desnudó hasta dejarla en ropa interior y le puso cuidadosamente un pijama suyo que le quedó enorme. La acostó en la cama y llamó a la policía para denunciar a unos borrachos que no dejaban de molestarle en la puerta de su casa y que habían intentado abusar de una joven.

La castaña le miraba con los ojos brillantes y húmedos, eternamente agradecida, mientras se aferraba con fuerza a las mantas con las que el chico le había tapado para protegerla del frío. Temblaba todavía, pero ya no tenía miedo.

Hoseok se tumbó a su lado y le abrazó dulcemente. Ninguno durmió aquella noche, ella por la experiencia traumática que había vivido y él porque temía que llegara la mañana.

i'm j-hope » hoseok ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora