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Hace unos cuantos años existía una hermosa niña y más tarde mujer, llamada Clara. De pelo rubio largo, brillantes ojos verde esmeralda y de pequeño e indefenso cuerpo. Ella, tenía un celestial talento el cual desplegó en su niñez. Este talento o también llamado por otros agudeza, era cantar. Clara interpretaba majestuosas y delicadas melodías. Era la admiración de muchos, aunque también la envidia de muchos otros.

Clara, se convirtió en una mujer y su virtud seguía en pie. Su voz y ella eran como una misma alma dividida en dos.

Una noche, Clara anhelaba con despejarse de los típicos, fastidiosos y famosos problemas de la vida adulta, decidiendo ir a un cercano bosque en el ella encontraba su total paz.

Mientras caminaba, recitaba unas hermosas melodías clásicas y esa radiante entonación hacía que todo quede quieto a su alrededor. Este importante momento de desahogo se detuvo al instante en el que la mujer encontró una gran franja negra viscosa la cual no podía reconocer por la falta de luz. Su tranquilidad era plena hasta que comenzó a sentir que al ocurriría, no tenía mucha idea de que, pero solo lo sentía. Con temor miraba hacia los costados y no veía nada y lo mismo ocurría al ver hacia atrás. Hasta que de repente comienza a escuchar graduales pasos, pero que cada vez se acercaban más. Clara no se sentía capaz de realizar ningún movimiento, ya que su miedo se lo impedía. Segundos después, logra ver unos zapatos y la claridad de una extraña figura  que se acercaba era más notoria.

La joven alcanza a percibir que esa silueta era un hombre, uno alto, grande, de largas uñas y con unos prominentes ojos blancos que al acercarse se convertían en un verde brillante, así tal cuales a los de Clara.

Clara, rápidamente observaba a sus costados y descubrió que era un lugar sin salida. ¿Desde cuando ese mágico bosque se había convertido en esto? Repetían su confundidos pensamientos.

Alma y VozWhere stories live. Discover now