HILOS

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La lluvia era intensa aquella temprana noche de diciembre. Elena habitualmente volvía a casa de la escuela andando, pero aquel día se había quedado hasta tarde entregando las notas a los padres de sus queridos niños pequeños hasta que la tormenta le hizo imposible volver como de costumbre, un considerado y conocido divorciado se ofreció a llevar a la profesora a casa, oferta que Elena no se pensó en aceptar para la corta distancia a la que estaba su hogar. El coche tras un largo rato teniendo en cuenta la distancia que tenía que recorrer, paro en frente de su vivienda.

— Diana se va a alegrar mucho cuando vea sus notas, tiene una profesora excelente lo sabía desde el primer día que la vi. —Dijo el conductor de aquel Seat de color azul.

Ella se lo ha ganado solita, no ha sido gracias a su profesora, se te da muy bien hacer la pelota Jorge cuando te lo propones. —Le reprocho Elena dándole un beso. —¿Este sábado donde me llevaras? —Pregunto con una sonrisa.

—Si te lo dijera no sería una sorpresa.

— Lo que te gusta mantener el misterio casanova, dale saludos a Diana de mi parte. —Elena cerró la puerta del copiloto guiñándole un ojo a Jorge, el coche se despidió con su característico claxon.

La maestra corrió hacia su casa cubriéndose la cabeza con su maletín que contenía todas las calificaciones de sus niños. Al llegar a la puerta Elena vio una carta bajo la puerta que no tardo en recoger antes de entrar en casa. La austera entradita no tardo en acoger a su propietaria que guardo su chaqueta mojada en un pequeño guardarropa al lado de la puerta, usado normalmente para guardar sus zapatos, pero en épocas de lluvia tenía suficiente espacio para dejar su chaqueta dentro. Elena observo la carta en cuya superficie se podía apreciar en el destinatario el nombre de Elena, escrito con una torpe caligrafía, al darle la vuelta descubrió que no tenía remitente y para su sorpresa una sencilla cremallera dispuesta en forma horizontal facilitaba su apertura.

Elena pensó que era obra de alguno de sus niños. Le habían hecho hace unos días una fiesta sorpresa en la clase junto a sus padres, en la que le regalaron una elegante chaqueta negra que era la que estaba secándose en el armario de la entradita, pero ella sabía lo agradecidos que podían llegar a ser algunos niños que la consideraban como una segunda madre. Al subir la cremallera una sucia hoja blanca cayó sobre su mano y la impaciente e ilusionada maestra no tardo en leer su contenido infectado de una caligrafía infantil .

Querida Amiga de juegos.

¡Hola Elena! Hacía mucho tiempo que no hablábamos, ¿Recuerdas cuando tomábamos el té con el señor Pedro? Él era muy gruñón y nosotras nos reíamos a escondidas del bigote que le dibujábamos mientras dormía. Me he mudado recientemente a Granada y pensaba que te gustaría que te hiciera una visita algún día. Me encantaría que me presentaras a tu nuevo amigo, se llama Jorge ¿verdad?

No seas impaciente Elena.

Pronto te visitare, un abrazo de tu inseparable amiga.

Lisa.

Elena se quedó paralizada releyendo la carta una y otra vez. Un fugaz escalofrió le recorrido todo el cuerpo al recordar a Lisa, un profundo recuerdo proveniente desde su más tierna infancia, pero era imposible que esta carta fuera de ella...¿Le habría gastado su hermano una broma? Era lo más probable. Decidió dejar la carta en la mesa del salón y llamar más tarde para exigir respuestas.

El agua de la ducha se llevó su cansancio por el sumidero y las cortinas como un fiel amante cubrían su hermosa figura. Elena se estaba jabonando el pelo mirando como el agua caía de sus negros cabellos, por el rabillo del ojo creyó ver una sombra y se giró rápidamente para comprobar lo que era, no había nada, como siempre su mente le había tendido una trampa haciéndole ver cosas que realmente no existían.

HilosWhere stories live. Discover now