VII - Piensa antes de hablar

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Una de las primeras misiones que constituía el viaje de Hilda y Eddie era encontrar al amigo elfo de la chica. Alfur.

Después de un tiempo en Trolberg el pequeño ser se mudo al Gran Bosque para continuar su vida.
Aquel registro que llevo durante años sobre Hilda y la vida en la ciudad, le dió gran fama entre los suyos. Tanto así que no tardó en conocer a una elfa que lo encantó y con quién formó una pequeña familia.

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El camino que tomaron a casa de Eddie se hizo bastante corto.

Él cruzaba entre los árboles sin problema, conocía bien la ubicación. Y aunque para Hilda también era un camino que conocía a la perfección, se le estaba dificultando demasiado.

Desde que salieron de Trolberg había estado observando el papel donde el rubio anoto las extrañas escrituras que creían sería el conjuro a recitar.
Lo giraba de un lado a otro buscando algo legible.  Una palabra o algo, pero nada.
Eddie no le prestaba atención, estaba enfocado en el camino y tocar la misma canción una y otra vez en la guitarra.
Las pocas veces que le dirigió la vista a la chica era cuando escuchaba los quejidos después de tropezar o caer con algo en el camino, todo por estar distraída con la hoja de papel. Era cómico.

- ¡No es gracioso! - Dijo ya frustrada después de escuchar una burla proveniente de su compañero.

- No he dicho nada. - Se encogió de hombros.
Hilda frunció el entrecejo y dejó salir un bufido.

- ¿Por qué siempre es la misma canción? - Dijo para cambiar el tema.

- Me gusta.

- Pero siempre la estás tocando o cantando. - Dijo con la voz más aguda. - ¿No te aburre?

- Si realmente me gusta, no tiene porqué aburrirme.

Ella hizo una pausa en sus preguntas mientras estiraba el papel que se estropeó en su última caída.
Mientras, escuchaba atenta la canción y otra pregunta nacía en ella.

- ¿De dónde sacaste la canción? - Dijo finalmente.

El rubio se detuvo y bajo la guitarra mientras meditaba la pregunta.
¿De dónde? Se preguntó a sí mismo.
El origen de esa canción era lejano y personal, algo que era prácticamente parte de él.

- Es un recuerdo... - Dijo con nostalgia.

Hilda ya estaba preparando su siguiente pregunta. Pero algo la detuvo.
La expresión en el rostro del chico y su actuar después de responder le dió a entender que tal vez no era una buena idea. Aún cuando su curiosidad la invadía.
En todo el tiempo que se conocían jamás lo puso en una situación como esa, que lo incomodara a tal punto.

- Ya casi llegamos. - Dijo el rubio cambiando el tema.

Hilda solo asintió con la cabeza mientras pensaba en lo que había ocurrido.

Si bien antes resultaba difícil adivinar o entender que ocurriría con él y sus nulas expresiones, ahora era tan fácil percatarse por la claridad y lo poco disimuladas que eran.
Volverse humano lo dejaba vulnerable y expuesto a mucho. Lo estaba mostrando de otra manera. Otro hombre árbol, otro Eddie.

La peliazul seguía en sus pensamientos mientras él le hacía señales para apresurarse.

A unos cuantos metros encontraron la peculiar casa parte árbol en el medio del bosque.
Ambos ingresaron en completo silencio mientras la criatura albina se mantenía en la entrada observando.

Cada vez que se encontraba en ese lugar, Hilda comenzaba una especie de análisis. Buscaba indicios y pistas que le dijeran cómo era la vida de su amigo antes de conocerlo. Quería saber su origen, esa parte de la historia que en cada conversación él evitó en todos esos años.

Nuevas raíces: La aventura de Hilda y  WoodmanWhere stories live. Discover now