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Ahí estaba con la mirada perdida, un hilo de sangre deslizándose desde su nariz y la euforia recorriendo su cuerpo. A su alrededor todos bailaban al ritmo de la estridente música, pestañeo cuando los bajos hicieron retumbar su pecho, todo se veía más perturbador gracias a la ayuda de las luces estroboscópicas.

Otra vez se había pasado, algo en su interior se lo indicaba. Toco sus bolsillos esperando que todo estuviera ahí a pesar del estado en el que se encontraba. Era un desastre, lo sabía, pero todo estaba en su lugar y la droga circulando en su sistema era la puta gloria.

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El sonido y vibrar de su celular lo hizo abrir los ojos. Estaba en su cama y no lograba recordar ni siquiera cómo había salido de aquella fiesta.

Enfocó su vista en el celular, era él, aunque no se sintiera capaz de hablar debía coger la llamada.

–¿Qué pasa? –un sonido seco y desgarrador salió de sus labios, claramente sonaba como se sentía.

–¿Dónde estuviste toda la noche?

¿Cómo respondía a algo que él no sabía con exactitud? Sólo podía sentir como la resaca se expandía por su cuerpo, mientras que su boca exigía algo de agua.

–Estuve por ahí con los chicos, quieren que vuelva a tocar –mintió.

Wade al otro lado de la línea se relajó. A veces no era fácil llevar una relación con Peter, era un adicto, Wade lo tenía más que claro y era su principal preocupación cuando no cogía sus llamadas o cuando se desaparecía con un par de grandes en los bolsillos. La persona de la cual estaba enamorado hasta casi perder la razón estaba arruinando su vida arrastrándolo a perder todo.

Peter cortó la llamada luego de responder ese te amo tan necesario, el dolor de cabeza lo estaba destrozando. A tientas busco la botella de agua que descansaba en la mesita de noche, bebiendo casi la mitad de un golpe. Necesitaba seguir durmiendo, para cesar el aumento del dolor de cabeza.

Estuvo dando vueltas en la cama por casi treinta minutos, al no conseguir volver a dormir decidió levantarse. Al sentarse en la cama un fuerte mareo azotó su cuerpo, se puso de pie con cuidado y sosteniéndose de las paredes alcanzó a llegar al baño para vomitar nada más bilis y jugos gástricos ¿cuándo había sido la última vez que había comido algo? No estaba seguro. Algo más compuesto se coloco de pie observando su reflejo, sus ojos estaban enrojecidos, las ojeras le daban un aspecto tétrico y su última bajada de peso, le estaba dando un aspecto cadavérico.

Lavó su cara y sus dientes, estos últimos con cuidado, cada día estaban más sensibles y quizás más de alguna pieza dental se encontraba floja, si bien le aterraba el hecho de perder su dentadura hace unos años perfecta, en su mente era un caso perdido. Lo único que necesitaba para salvarla era dejar de esnifar y siendo sincero con él, no estaba dispuesto.

Paseó por su apartamento algo intranquilo, los años de adicción y el aumento en las dosis diarias de droga, lo habían vuelto paranoico a nivel preocupante. Producto de lo mismo cuando no estaba con algo de cocaína en su organismo, su cuerpo tenía un leve temblor.

Llegó a la cocina, debía comer algo, aunque no sintiera hambre. Estaba en los huesos y si seguía así no iba a morir de sobredosis, sino de inanición. Al abrir el refrigerador lo encontró con una buena cantidad de comida.

"Wade es un buen dueño de casa", pensó.

Preparó un bol con su cereal favorito, producto que nunca faltaba en el hogar. Wade amaba el cereal, los Reese's puffs[2] no eran sus preferidos, pero él se esmeraba en comprarlos porque si Peter llegaba a sentir hambre estaba seguro de que esa sería su primera opción. Peter no comía cereal hace un tiempo y quizá no probaba un bocado hace varios días, pero a pesar de aquello su estómago soportó bastante bien el alimento.

Nose Candy [SPIDEYPOOL]Where stories live. Discover now