Tensión

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Un sigilio molesto se apoderó de todas las pobres almas que estaban presentes en esa cafetería. Mi querido amigo había soltado las riendas que sujetaban sus sentimientos reprimidos. Su clamor rebotaba en las paredes de la sala y volvia a nuestros oídos en menor intensidad. Ese acto impulsivo me hizó ver que Dave relmente estaba desesperado y su espíritu reclamaba salvación.

Me levanté tímidamente de la silla de cuero gastado, no había nada más que pudiese hacer en esa situación. Pagué las dos bebidas con la mirada fija de todos los clientes posadas sobre mi tez. Volví a la mesa donde se encontraba él, alargué mi mano y lo cogí de su brazo desnudo. Lo conducí hacía la puerta con la delicadeza suficiente para no hacerlo sentir mal pero con la firmeza de una madre que le da una reprimenda a su hijo.

Una vez en la tranquilizadora seguridad de mi casa, pude soltar todo el aire que hacía rato que aguantaba en mi interior. Toda la tensión se fue de mi cuerpo y sentí como Dave también se sentía más relajado.

- ¿Así que un demonio, no?

-¿Qué?- su expresión era una perplejidad total, no sabía de que estaba hablando.

- Digo que eso que te pesigue es un demonio, no? O algo parecido supongo.

- Dile como quieras. Fantasma, espíritu, demonio... O yo mismo.- Cerró los ojos por un momento y unas pequeñas lágrimas resbalaron por su huesuda mejilla- Me da mucho miedo que la última sea la verdadera.

- Dave tranquilo. Todo pasará. Estás tenso y cansado. ¿Quieres decir que no ha sido todo una visión?

- ¡ ¿Tu crees que todo ha sido una maldita mentira?! ¡¿Me tomas por estúpido?!

-No... No quise decir eso... Pero tienes que entender que para mi esto es nuevo. Nunca te había visto tan exaltado... Lo siento.

- No, perdoname a mi. No he tenido en cuenta tus sentimientos. Venga entremos dentro y así podremos hablar mejor.

Él ya había estado en mi piso varias veces pero no pensé que lo recordaría tan bien después de tanto tiempo. Él solo se dirijio hacía la pequeña sala de estar, con su viejo sofá de terciopelo, heredado de mi difunta abuela. Se sentó dejandose caer y me indicó que me acomodase a su lado.

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