Capítulo único.

17 1 0
                                    

Te conocí cuando tenía solamente once años, y desde ese mismo momento me encantaste. ¿Cómo podría olvidarte? 

Cómo olvidar tu cuerpo algo robusto, tus patas largas y llenas de pelo, tu hocico húmedo, las orejas peludas y caídas, tu pelaje dorado que a pesar de todos mis esfuerzos, parecía que esmerabas volverlo marrón. La felicidad que transmitía tu cola al verme llegar cada día de primaria, los incesantes ladridos hacia todo lo que pasara por la acera de nuestra casa, la extraña fascinación por los cojines de mi cama. Ah, y cómo olvidarnos de tu raro hobby de ladrarle a cada sombra que vieras, aunque fuera la tuya.

Admito que varias veces te traté mal, te regañé e incluso llegué a hacerte daño. Nunca me consideré el típico dueño modelo para ti, pero nunca me abandonaste a pesar de todo.

Cuando cumplí los quince años, pasé por mi primera ruptura amorosa. Pero tú estabas ahí, consolándome y apoyándome en ese momento.
No te importó que mis lágrimas mojasen tu lomo.

Los corazones rotos duelen demasiado.

El tiempo pasaba muy rápido, los días pasaron a ser meses, y los meses pasaron a años.

Jugábamos, paseábamos, comíamos, hasta dormíamos juntos. Vivimos muchas aventuras, cometimos miles de errores y travesuras juntos.
...Pero un día empezaste a apagarte, ya no podías jugar ni pasear, y luego sucedió lo inesperado para mi. Ni siquiera pudiste pararte para orinar.

Me asusté demasiado, no tardé ni un segundo en subirte a mi auto y partir hacia el veterinario. Pero apenas te vio, me dijo lo que nadie quisiera oír:

Tú estabas muriendo.    

Ya tenías doce años, tu tiempo había llegado a su límite y yo no supe que hacer. Pero algo era seguro, haría tu último día inolvidable.

Agradeciendo al veterinario te cargué, llevándote otra vez a nuestro hogar. Hoy iba a ser nuestra última aventura, porque cada inicio algún día llega al final.

Apenas llegamos a casa decidí acostarte en mi cama, rodeado de varias almohadas parchadas con trozos distintos de telas. ¿Recuerdas cuando los mordiste hasta que las plumas volaron por toda la habitación? Me enojé mucho, lo siento.

Cuando partas, ¿Recordarás nuestras aventuras? ¿Me recordarás a mí? 

Llamé a una peluquería canina, haría que te vieras espectacular, luego decidí pedir comida a domicilio, comeríamos hasta explotar.
. . .

Dejando de lado que casi muerdes a la estilista cuando te hizo un moño en la cabeza, la pasamos genial. Al final comimos pizza y hamburguesas, vimos películas y unos cuantos capítulos de algunas series al azar por Netflix. 

Ahora mismo nos encontramos en la veterinaria, acaricio tus orejas con todo el amor que tengo mientras el veterinario se encarga de darte una "muerte dulce". Intento no romperme, pero falló al ver como cierras tus ojitos pardos para no volverlos a abrir más.
Sé que partiste a un mejor lugar.

Yo nunca olvidaré nuestras aventuras, fuiste y serás alguien muy importante en mi vida. Me acompañaste, apoyaste e incluso limpiaste mis lágrimas.
Nunca pude decirte cuando estabas vivo el cuánto te quería.

Pero tampoco pude decirte que fuiste un buen amigo.

-------

VRGAAAA, LLORÉ COMO NUNCA.
ME DOLIÓ. </3 Ya, igual, si llegaron hasta acá. ¡¡Gracias por leer!! Los quiero mucho, besis. 7u7/ 



A Good Friend.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora