Tears of Lies

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La respiración era profunda, agitada, fuerte y de a ratos se cortaba. El pecho le ardía, como si se estuviera incendiando por completo. Agonizaba de tanto dolor pero no podía parar. Pasos apresurados se aproximaban en toda el área y él tenía que correr más rápido. Más y más. El reloj no paraba de marcar los segundos. La luna brillaba en lo alto de su cabeza, no lo guiaba hacia la salida, lo estaba acorralando. Tan grande, tan cegadora, tan pronto se detuvo sobre su cabeza; se tornó roja. Lágrimas de miedo caían mientras en un susurro gritaba por ayuda. El vacío de la noche ahogaba su pavor de morir en manos de aquella persona.

El bosque le parecía cada vez más chico, los árboles parecían querer atraparlo con sus enormes ramas. Los animales estaban entre las penumbras acechando a la presa. Él era la presa. Y corría para salvar su pellejo. El reloj seguía marcando los segundos, tic toc tic toc. Se podía escuchar claro y fuerte al igual que sus pisadas. Más y más rápido.

No podía gritar fuerte, sentía que se ahogaba, que moría de tanto arder, sentía que era cortado por el filo del viento; frío y cruel que le penetraba hasta el alma. Lágrimas y más lágrimas que se perdían entre las hojas secas del bosque.

Cae, pues no llega a ver el tronco sobresalido y cae. Cae tan profundo, a un pozo sin salida. Y sigue cayendo, ramas se mezclan con él, la sangre empieza a brotar a prisa y nuevas heridas dan paso a otras quemaduras. Y grita, grita tan fuerte. Del miedo, del dolor, del agonizante terror al saber que lo último que verá será la luna roja llorando por otra tragedia. O a esa persona que sonríe con sorna y avanza despacio, pues sabe que el tiempo está a su favor.

Tic toc tic toc. ¿Por qué hay un espejo en la habitación?

Cuando termina de caer por el barranco queda inmóvil. Mirando al cielo y dejándose llevar por el silencio y la penumbra del lugar. Quiere llorar pero las lágrimas se cansaron de suplicarle a Dios. Se rinde, o al menos eso es lo que deja ver. Su respiración sigue agitada y su corazón está como si luchara por salir. No habla, no observa, de pronto solo comienza a escuchar.

Nada. Un reloj, tic toc tic toc. Pero no es un reloj, no. No es nada. Tic toc tic toc. Son pasos, uno dos, uno dos, son muchos pasos.

Nada. Silencio.

¿Por qué no se escucha nada? ¿Dónde está? ¿¡Donde está!?

Quiere correr, aún está a tiempo. Pero no puede, no puede. ¡No puede! Se ha quedado paralítico. Las ramas lo empiezan a envolver y quiere pedir ayuda. Pero ya es tarde. ¿Verdad? Ya es tarde para volver al inicio. ¿¡Verdad!? ¿Por qué no puede regresar? ¿Qué oculta?

Más pasos, cada vez más fuerte. Está viniendo. ¡Está cerca! Lo puedo ver, lo puede ver. ¿Lo ve? Está aquí. ¡Él está aquí!

Su risa, su risa de niño inocente. Esa escalofriante risa retumba en sus oídos y quiere gritar fuerte. Desgarrar su garganta hasta hacerla sangrar. Su risa, esa risa. No la puede escuchar. No la tiene que escuchar. Porque sería su fin. Oh, este es su fin. ¿Cierto?

No lo ve, no ve nada. Porque su rostro se volvió distorsionado. Y otra vez ese maldito reloj. Tic toc tic toc. ¿¡Quién es!? ¿Qué son esas luces, esas voces, quiénes son ellos?

¿Quién soy yo y por qué maté a mi amigo?

¿Lo mató?

— ¡Yo no fui! — Gritó furioso, lágrimas pequeñas en cada esquina de sus ojos —. Deben creerme, yo no maté a... No lo hice. ¡No lo hice!

— ¿No lo hiciste? Pero estuviste ahí, ¿verdad?

Jimin tomó aire mientras restregaba sus manos por sus ojos. Odiaba llorar. No podía soportar toda la situación en la que estaba sometido. Miró con odio hacia el detective Kim quien permanecía impune ante sus ataques de ira. No quería estar allí, estaba cansado, sucio, con hambre y ni siquiera sabía qué hora era o en qué día de la semana estaban. Estaba perdido y no sabía por qué, no sabía cuándo es que se perdió.

Tears of Lies ↷ Park JiminWhere stories live. Discover now