Bon appètit, depredador.

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— ¿No crees que es algo ñoño? —pregunte a Nicole por Skype mientras acomodaba a duras penas uno de los vuelos del vestido azul que Michelle había elegido para mí. Recordé su odiosa frase "Para que luzcas como un verdadero ángel. Estoy tan emocionada por ustedes, Mikki" mientras me entregaba una vaporosa bolsa cuya firma de diseñador valía más que todas mis terapias físicas juntas.

—No, es un gesto muy romántico de su parte.

Fruncí mis labios, no muy convencida de haber aceptado la propuesta "sorpresa" del tenista. Que de sorpresa no tenía nada ya que, en una de las veces anteriores olvido su celular en el auto mientras bajaba a comprarme chucherías en la tienda. Allí llamaron para confirmar una reserva.

Blaine me llevaría a un hotel. HO – TEL.

En calidad de novios. Y yo sabía que él quería hacer valer su título con algo más que toqueteos y arrumacos pasados de tono. No que me las diera de mojigata o "miss tengo que dar la pruebita de amor" pero es que desde que Blaine había retornado a mi vida mis hormonas parecían haber sufrido una especie de esquizofrenia con su presencia y solo pensaba en el momento en donde nos encontráramos los dos sin ropa de por medio. Yo gimiendo y él encima, o él debajo, o donde sea.

— ¿Puedo preguntar cómo fue contigo y con... el innombrable? — retomé, con algo parecido a la cordura, la conversación con mi amiga que se esforzaba por ignorar los cientos de apuntes que tenía frente a ella y darme la atención que un drama como este requería.

—Mikki... — resopló, —ya te lo he contado en otras ocasiones. Seth...— volvió a resoplar y pensé que era un globo a punto de desinflarse, —él fue todo un caballero y muy dulce...y...

Su mirada tomo un matiz tan triste que competía cabeza a cabeza con la amargura en su voz. Opte por callar y no insistir en meter el dedo en la llaga. Ya llegaría el momento en donde Nicole hablara del chico siniestro sin perder un trozo de su corazón en ello.

—Entiendo. Lo siento. Sé que eso te duele y estoy siendo una perra al pedirte recordarlo— mordí mi labio en un gesto inconsciente de autocensura. Las palabras se atoraban odiosamente en mi garganta y algo parecido al remordimiento se apabullaba en mi corazón, — lo que pasa... lo que pasa es...

— ¿Mikeila? ¿Qué sucede? Sabes que puedes confiar en mí con lo que te preocupa.

—Lo sé, por Dios que lo sé — repuse con rapidez. — Es que ya sabes... Blaine no sabe que yo... bueno, eso.

Había muy pocas cosas que produjeran un rubor en mis mejillas. Y muy aisladas situaciones, esta era una de ellas.

— ¿"Eso"?

De veras, a veces odiaba el maldito don que Nicole tenia para sonsacarme todas las palabras. Que de don no tenía nada, era su simple insistencia sin que yo llegase a sentirme presionada.

— Ahora lo pienso y digo, ¿Qué le diré en ese momento? No soportaría ver el rechazo en sus ojos... no podría lidiar con eso. No ahora. —me desplome escandalosamente en el piso de mi cuarto y apoye mis codos en la cama, donde estaba mi notebook. Carraspee un poco e ignorando las muecas de Nicole, continué —"Mira Blaine, soy una zorra promiscua y en una visita a Italia me metí con un tipo que ni siquiera recuerdo". Bueno, eso es a medias porque el sobrino de Michelle vendría a ser algo como mi primo ¿no? — divague otro poco. — ¡Mierda! Eso se oye mil veces peor...

Mis ánimos decayeron. Ya sabía yo que este momento llegaría, en una de mis charlas con Elizabeth ella había insinuado sutilmente que mi rechazo a interesarme en alguien se debía a que quizá aún no descubría mi orientación sexual. En ese momento, y como toda idiota corta de pensamiento que era, no confesé que mi obsesión por el hombre de la capucha no me dejaba ver a nadie más y prometí una vez más "intentar" acercarme al sexo masculino.

Bon Appètit |EXTRA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora