Capítulo 1: Camino hacia el abismo

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Inframundo; 38 días antes de la caída.


El día que Effinen decidió descender al Inframundo, no se lo dijo a nadie. Ella y Hades ya poseían una historia en común. Era un tanto poética la manera en la que ellos se habían conocido, puesto que la chica fue por un tiempo la dama de compañía de Perséfone, la reina del infierno. No obstante, la belleza de una hija de Afrodita no puede ser negada y el deseo de los dioses suele ser incontenible.

Por esta misma razón, el dios le obsequió un pequeño presente, algo que le permitiría visitarlo cuando ambos cuerpos estuviesen anhelando compañía.

Effie, con su vaporoso vestido blanco, caminó por el sendero que conducía al hogar del rey de los muertos. Las flores que acompañaban el camino se veían tristes y mundanas en comparación a la pequeña rosas que adornaban su cabello de oro; Perséfone quizá la odiaría por opacar a su jardín, pero dudaba que un cuerpo tan pequeño cargase con aún más resentimientos.

Siguió su marcha mientras tarareaba la canción que Hera le cantaba cuando era una niña; la extraña pero espectacular melodía que emitían los sollozos de las almas acompañaban su canto. Los muertos sufrían aún más cuando ella los visitaba.

—Necesito un favor —Soltó sin pudor alguno la chica.

Una neblina densa y oscura empezó a agruparse tras ella. El olor a soledad y la pesadez de un alma aburrida pronto revelaron quien hacía acto de presencia.

—Muy osada al exigir y no suplicar—La voz ronca y cansada de Hades rozó su oreja. Effinen soltó una pequeña risa.

—Cariño, podré suplicarte en otro lugar...—Giró para encontrarse con un par de ojos negros —. Una vez que me ayudes.

—¿Y qué es lo que deseas?

Con un suave toque, Hades levantó la barbilla de Effie y acercó sus rostros. Ella suspiró y acomodó sus manos sobre el pecho del dios de los muertos.

—Quiero a Eris.

Los muertos parecían danzar al son de su nombre. La diosa de la discordia tenía mucho que pagar y las deudas que dejaba se arrastraban hasta la siguiente vida. Hades miró a Effinen con deteniendo, su aura lúgubre parecía estar oscureciendo con cada segundo que pasaba. Ella le sonrió.

—Dime algo, querido. Tu silencio está acabando conmigo lenta y dolorosamente.

—Lo que quieres es algo imposible, Eris ha desaparecido —El rey de los muertos soltó la barbilla de la diosa con suavidad. Se encaminó hacia su castillo de obsidiana mientras la ignoraba.

—Todos sabemos que eso es imposible. La Discordia no muere, la Armonía se mantiene, es el equilibrio que hay que proteger —La voz de la joven deidad se escuchaba fuerte y clara.

Los ya fallecidos robles que adornaban el camino batieron sus ramas ante los vientos del inframundo. Hades detuvo su caminata y observó el contraste que estos creaban junto a las flores de su esposa, parecían una pintura que pedía a gritos el ser leída. En ese preciso instante tuvo un mal agüero.

—¿Por qué tú, hija de Afrodita, buscas a Eris?

Effinen, quien permanecía quieta entre campos muertos y almas que susurraban tragedia, no paró de sonreír.

—Mi nombre es Effinen, la hija de Afrodita, el escudo de Hera y una diosa del Destino —Cada palabra que salía de su boca sonaba más ambiciosa que la anterior —. Busco a Eris porque su poder será mío, y entonces ya no tendrán que reconocerme por mi procedencia... Lo harán por mi poder.

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⏰ Last updated: Jul 04, 2020 ⏰

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