Just Lies (One Shot - Reaper!Sans)

Just Lies

A los que más amamos hay que cuidarlos más que a un pétalo, ya que cuando estos se van, no hay recuerdos que puedan abrazarnos con la misma calidez y ternura que ellos. Eso bien lo sabía. La negación es un concepto en el que yo siempre me refugie, no escapaba de una dolorosa y perturbada realidad, no, yo escapaba de las emociones de una dolorosa y perturbada realidad. Bizarra y horrorosa era la idea para mi de un futuro en donde los monstruos y humanos actuaran de la misma forma en la que los agentes del caos y la ruina actuaban. No muy lejano era mi pensamiento con la Tierra en su verdadera... Forma.

Cuando oyes los gritos de la gente al borde de la muerte pidiendo clemencia, no sabes si continuar o no, es tu trabajo, tu deber, y aun así dudas de ti mismo y de tu tarea sabiendo que no hay de otra más que de acatarla. Quién lo diría, ¡incluso cuando sabes que es la correcta para ellos mismos y su especie! ¡Aun así la duda y el remordimiento al decidir su destino te carcome vivo y muerto! Después de todo un principiante proceso de ver directo a sus ojos y notar el miedo y en el fondo, el odio que siente hacía ti; terminas con su vida de un toque y una cortada. Con el tiempo y la rutina uno se acostumbra a las almas en pena y a vivir en el lado oscuro de las estrellas, no hay por donde cambiar y decir: "-Oigan, ¿saben qué? ¡Que alguien más tome el papel de la muerte! Yo me largo señores".

He, como si fuera tan sencillo el hacerlo como el decirlo.

Viéndote por primera vez no pude pensar en algo más que no fuera echar todo mi pesar en ti, inculpándote de una sobre población en especies de la cual tuvimos que ser creados para exterminar como a plagas. Ahora es cuando pienso que desde un principio pudimos aprovechar cada segundo para estar juntos antes de que tu fatídico final llegase. O aun mejor, de que mis fuerzas hicieran algo productivo y te salvasen.

El polvo y la sangre corrían por mis huesos como la culpa de un mísero final que otorgaba a todos los que me conocieran por la muerte. Es fácil juzgar, lo difícil es conocer de verdad.

Cuando te visite las primeras veces, no hace falta aclararlo, odiabas mi presencia; no tolerabas tener a un asesino de tus creaciones como visitante en tu hermoso jardín. ¿Qué fue lo que me viste? ¿Fue mi pesar al realizar algo que no me gustaba? ¿Fueron los chistes malos que siempre te decía? ¿Querías cambiarme para ser alguien igual de bueno que tú? No lo sé, solo sé que con el tiempo me brindaste parte de tu amabilidad aunque yo todavía no lo hiciera con confianza.

Me invitabas parte de tu paz y me dabas los consejos que toda amiga/madre/compañera o cualquier relación cercana a uno te pudiese dar sin chistar. ¿Cómo lo hacías? ¿Cómo lograbas ver hasta el más mínimo faro de luz en alguien? Tú solo reías cuando te preguntaba eso, cuando te preguntaba por qué eras tan amable con tus malévolas creaciones y tan creyente en algo que todavía no pasaba y tal vez nunca pasaría. Como la paz entre todas las especies mortales. Solo respondías:

"-¿Por qué no hacerlo? -"

Eras divertida e interesante, creo que esas fueron las primeras razones por las cuales seguía a tu lado a pesar de tu notable incomodidad. Cuando fuimos amigos me enseñaste cosas valiosas, un amor que hacía nadie más que a mi hermano pude dejar ver. Cuando trataba de explicarte toda mi gratitud por darle a un monstruo como yo lo único que nadie puede dar de manera material, cariño; tú solo negabas con la cabeza y me sonreías, siempre decías lo mismo:

"-No te menos precies Sans, el que no haya un mortal que valore tu trabajo no significa que sea incorrecto o innecesario, eso tú me lo enseñaste, y tienes mucho amor propio que brindar a los demás, solo que aun no encuentras la manera -"

Cuando volvía de mi trabajo con las almas, algunas muertes más inhumanas que otras, aunque sabías que el árbol moriría y las rosas también, me sentabas bajo la sombra de esté y me hacías mirar el cielo azulado tratando de que viera belleza en el, el cual a veces se nublaba y de esas nubes caían las gotas frías del agua salada. Me volvías a sonreír pacíficamente y decías: