Ya sé lo que tramas.

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- Eli, iré a mi trabajo. -Dijo él chico rubio, para darle un castro beso a su esposa.-

La más alta asintió y se despidió con la mano, una acción imposible de observar por el contrario gracias a que estaba más concentrado en llegar dónde aquella pelirroja se encontraba.

Elizabeth sabía todo, su hombre, o bueno, su ya no hombre, se encontraba engañándola al rededor de dos meses, la albina se deprimía tanto, sus inseguridades aumentaban cada vez, pero lo que no aumentaba, eran las ganas de decirle No al rubio cada vez que tenía ganas, tristemente Eli era solo su pasatiempo, o su perra, cómo él solía decirle con las otras personas.

Suspiró pesadamente, comenzando a guardar prenda por prenda en su maleta que tenía desde el viaje a Brasil hace unos meses, estaba temblando, la hora que tenía agendada para su vuelo era en tres horas, así que se ducho, se vistió, hizo un deposito a su cuenta bancaria desde la de su esposo.

lloró, lloró tanto que sus ojos estaban hinchados, lloró tanto que su corazón se encogió de ira al verla llorar, Elizabeth era el ser más puro de la existencia, lloró por sus recuerdos.

Dejó el celular en la mesita nocturna de la habitación con cama matrimonial que tenían ambos, y a su lado el anillo de compromiso que su actual esposo había comprado hace tres años.

Sonrió con nostalgia, hace tres años había confiado totalmente en ese hombre, y en tres años ese hombre se aburrió de ese platillo y decidió cambiar.

Esperó el taxi que se aproximara hacia su destino, llamado aeropuerto, sacó su nuevo celular, con un nuevo número y lágrimas traicioneras bajaron por sus mejillas.

a veces, las cosas que quieres tanto te hacen mucho daño y tú no te das cuenta.

Ingenua.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora