Are you afraid?

273 22 97
                                    

¡Aprovechando que hoy es Halloween...!

—Rose

─━━━━━━⊱✿⊰━━━━━━─

—¿Familia Kirkland? —preguntó el castaño, acomodándose la mochila al hombro.

—¿Te refieres a esos Kirkland? —el albino lo secundó con un dejo alemán muy marcado, compartiendo parte del peso que el español había elegido para la ocasión.

—¿Por qué me huele a que alguien nos está tomando el pelo? —el rubio frunció el ceño, arrugando la nariz mientras miraba directamente la espalda de quien haría de guía esta noche—. Esa casa lleva más de un siglo sin que alguien la ocupe o siquiera busque hacerse cargo de ella.

Por un momento se arrepintió de lo que iba a hacer, pero estaba claro. Tampoco es como si pudiera echarse para atrás a estas alturas.

—Francis tiene razón —añadió el español casi de inmediato—. Drogadictos, alcohólicos y más de un ladrón que escapa de los patrulleros entran a esa casa a esconderse.

—De tener dueños —Gilbert siguió el hilo, como si los tres idiotas hubiesen compartido el mismo pensamiento—. ¿Por qué ni siquiera se molestan en poner seguridad o, al menos, hacer algo para restaurarla y venderla? ¡Valdría una fortuna!

Y no es como si él no se hubiese hecho la misma pregunta por años, desde que vio la foto de la propiedad escondida en un compartimiento secreto del álbum de fotos de sus abuelos.

—¿Quién compraría una casa así? —rio cínicamente, respondiendo de la misma forma en la que sus padres y el resto de su familia lo habían hecho con él cada vez que preguntaba—. Además, como veo las cosas, ustedes han de estar bien entendidos en el asunto como para acceder a venir aquí con todos esos... —levantó la mano, señalando las mochilas. — cachivaches que traen en la espalda.

Él también necesitaba responder algunas preguntas por su cuenta y, tal vez, haberlo deseado por tanto tiempo hizo que la ocasión perfecta se presentara; para cuando la tuvo frente a sus narices, nada resultaba más tentador que sentir que podría matar dos pájaros de un solo tiro. Estaba harto de ser el bicho raro de la facultad ¿Y qué mejor que hacerse un nombre con la historia de esa casa? Le quedaba un semestre para reivindicarse y había investigado lo suficiente por sus medios, gracias al hermetismo de su familia respecto al incidente, y la leyenda popular que se había formado en la ciudad era demasiado grande como para no aprovecharla. Además ¿Habría otra forma para entrar a la casa sin levantar sospechas en sus padres?

Algún día iba a heredar la propiedad, lo sabía bien, pero hasta que ese día llegara, necesitaba saber cómo estaba por dentro para tasarla y hacerse una idea del precio de venta o, en su defecto, saber cuánto tendría que invertir en ella antes de atreverse a hacer algo.

—Ni siquiera tienes el apellido Kirkland, Drake —soltó Antonio entre risas, haciendo que los dos idiotas que tenía por amigos lo acompañaran con unas más sonoras.

Puso los ojos en blanco, conteniéndose para no girarse y golpearlos a todos.

—El apellido se perdió cuatro generaciones atrás —respondió con una voz neutra, bajando la velocidad de sus pasos hasta poder divisar la entrada llena de enredaderas secas y arbustos, los mismos que marcaban el inicio de la vieja casona—. Las propiedades sobreviven a los nombres, pero eso ya han de saberlo ¿Verdad?

Sus pasos se detuvieron por completo cuando al fin estuvo frente a las hojas de hierro que conformaban la reja vieja y oxidada, unidas pobremente con una cadena relativamente delgada y un candado antiguo. Dejó caer la mochila que llevaba consigo e inmediatamente se agachó y tomó el alicate inmenso con el que se había hecho para la ocasión. Dio un leve vistazo hacia atrás para ver al trío de idiotas y suspiró, encogiéndose de hombros.

Missed you soDonde viven las historias. Descúbrelo ahora