Ten la fuerza de gritarme a los ojos mi debilidad.
Ten la fuerza para quemarme a base de golpes.
Quédate ahí, no te muevas, no muevas tus peones, no me ropas la vista en la que cortas mi horizonte.
Yo estoy aquí,
sin avanzar,
sin llorar ni reír,
tan muerta que parezco dormida,
tan viva que desearías que no despertase.
Pero seguiré aquí.
Te clavaré mi mirada negra sin rasgar tu piel, llegando al centro de tu alma tan despacio, como cuando notas ese rubor frío que te quita la sangre de las venas.
Espera lo peor de mi mejor sonrisa, lo mejor de mi peor maldad, pero, de mi más sincero silencio mejor da un paso atrás.
Yo he dibujado sola mi perfil, ahora puedo avanzar, despacio, no te apartaré solo rodearé tu lugar.
Yo he derramado la pintura sobre mi lienzo sin dejar que nadie se enterase, de una forma tan íntima como real.
Mi silencio es mi fuerza,
no grites,
no corras,
no llores,
no te hará mal,
solo deben huir los que quieran herir mis pupilas,
los que quieran romper mi mirada negra;
mi verdad.
Yo no he gritado jamás, pero descuida, que seguiré sin hacerlo.
Sin embargo olvídate de que las palabras de los que bien te sirven sean mi Biblia, asentiré despacio, de una manera tan certera como cínica, nunca nadie pondrá una sola idea en mi cabeza que yo no pida.
Mis ojos negros han llegado para refugiarse en mi capa de terciopelo borgoña, ahora me abriga siempre,
ya no tengo frío,
ya no noto tu hielo,
porque ahora más que nunca sé quemarlo;
con mis ojos y mi manto,
ya no me haces daño.
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Rimas y demás...
PoesíaTómatelo como un cajón de sastre en el que cabe un poco de todo.
