Introducción.

10.7K 470 44
                                    

Una dulce voz anunciaba la llegada de los vuelos hacia la hermosa ciudad de New York. Todos y cada uno de las cientas de personas que pisaban aquel aeropuerto tenían una historia. Ya fuera trágica o mágica. La había, y esta vez no era la excepción. Un chico de ojos azules tan profundos como el mismo oceano Pacifico que lo había separado de su familia, por fin volvía a casa. Después de tantos años, aquella sonrisa que en su rostro mostraba, por fin era de felicidad. Y para nada era falsa. El chico camino en dirección a una mujer alta de tez blanca que se encontraba mirando a todos lados y a su lado, una hermosa niña de lo que parecían ser cinco años a su lado. Sonrió en cuanto vio a su hermanita. Había crecido tanto en ese tiempo. Acelero el paso tanto que creyó que estaba volando. Pero algo lo detuvo cuando sintó que el mundo había desaprecido y él era el único en el espacio. Bueno, él y sus amadas mujeres. Bajo la mirada y regreso a la realidad al ver a una castaña a su lado, que parecía un tanto distraída.

-Lo siento- se disculpo levantando la maleta de la chica. Aquella castaña elevo la vista y le sonrió. Algo dentro de él le hizo saber, que aquella chica también estaba feliz. Quizás era un nuevo comienzo o un escape de una triste vida. Pero eso no importa. Sabía que ella tendría una muy grata y feliz vida. No era para menos cuando ella podría ofrecerle una sonrisa tan hermosa, como la que acababa de recibir.

-Mi culpa, estoy perdida en los papeles- señalo la chica con la mirada. Él chico sonrió y le entrego su maleta. La chica sonrió nuevamente y se despidió. El ojiazul la miró aun hasta que la perdió entre toda la gente. Entonces recordo su motivo de estar en ese aeropuerto. Vago la mirada hasta el lugar al cual estaban aquella mujer y la pequeña. Corrió sin más y gritó.

La castaña se sintió extrañada. Aquel chico le había transmitido un sentimiento que ella no estaba tan acostumbrada a sentir. La nostalgia. Se detuvó y giró sobre sus talones. Sonrió enormemente cuando miró al chico sostener a una pequeña niña entre sus brazos. Una lágrima recorrió su mejilla. A ella le encantaría que un chico la recibiera. Pero no cualquiera. Admitía que, durante el vuelo había soñado que su mejor amigo le sonreía desde lejos mientras ella corría hacia él. Imagino que su mejor amiga se adelantaba y la abrazaba hasta el grado de caer al suelo. Se imaginaba que alguien aun la quería. Pero como dicen, no todo lo que sueñas se hace realidad. Y esta era una prueba de ello. Pero no estaba para lamentarse. Ya había tenido suficiente. Limpio la lágrima y tomo su maleta con fuerza. Por su mente vagaban las palabras de su sabio hermano.

-Lucha por lo que quieres, pero así como lucharas con todas tus fuerzas. Llegará un momento en el cual deberás saber y aceptar cuando es suficiente. Cuando debes soltar tu espada y rendirte-

Tomo con fuerza los papeles de su vuelo y su nuevo departamento. Caminó a paso lento hacia fuera del aeropuerto. Busco con la mirada un auto de servicio y levanto el brazo para hacer la señal. Se adentró en este y suspiro pesadamente.

-Bienvenida a Nueva York- dijo sonriente el conductor. Ella le sonrió y contesto un simple gracias. -¿Vienes por diversión?- preguntó. Negó con la cabeza una vez que se detuvo frente a su nuevo hogar.

-Vine a recuperar lo que deje ir-

N/a: Nos vemos otra vez chicas. Ahora, esta es versión larga, lo cuál significa que tardaré más en subir. No digo que una semana pero si serán días.

4281 miles: NYCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora