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Las tres mujeres adultas hablaban y hablaban sin parar.

Lauren solo escuchaba, atenta sin mencionar ni una palabra.

—Debes aprenderte las tablas de multipicar.—reñían al pequeño, quien tenía la mira perdida en el suelo.

—No seas burro, ¿no quieres tener futuro?

—Estudia más, hijo.

—No seas idiota.—terminaban al unísono.

La ojiverde suspiró caminando hacia el pequeño.

—¡Vamos a jugar peque!—animó jalando al pequeño de grandes ojos achocolatados.

Ya estando lejos de las señoras se inclinó hasta su altura.

—No les hagas caso, ¿okey?—el infante sonrió triste—Solo das una ojeada a las tablas de multipicar y ya juegas todo el tiempo en el celular, ¿vale?

El niño asintió más contento.

—¿Solo una?—preguntó.

—Solo una todos los días, vas a ver que sacas diez.—sonreía Lauren.

—¿Así le hacías tú?—cuestionó con más ánimo.

La mayor sintió un dolor en el pecho.

No, era a golpes.

Recordaba.

Me equivocaba y recibía golpes. Ninguna palabra de apoyo.

—¡Claro que sí!—reía, ocultando el nudo en su garganta.

—¡Genial!—chilló—¿Seré listo como tú?

Había mucha ilusión en esos grandes ojos marrones.

Lauren negó con la cabeza, sonriendo suave.

—Serás listo, listo como tú mismo.

Después de esa pequeña conversación jugaron.

Pero Lauren no dejaba de pensar en lo que se sentía no tener apoyo de nadie.  Un apoyo tóxico como el que le daban a ese pequeño estaba mal, es más, ni siquiera debería llamarse apoyo. Lo hicieron sentir que no sería nada, cuando pudieron decirle que lo era todo y pudo haber sido mejor en su exámen.

Xantofobia↪||CAMREN||Where stories live. Discover now