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Abrí los ojos para ver lo que había pasado

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Abrí los ojos para ver lo que había pasado.

Zach se encontraba ya visible debajo de mí. Me miraba sorprendido.

- ¿Ya estás contento? - dije algo enfadada y me levanté de su cintura.

Se oyó el típico "uuuhhh" y me fui del gimnasio, no sin antes coger mis galletas.

¿De que iba Zach?

Se enfada por una tontería y ¿después quiere que pelee con él sin saber cómo hacerlo?

Podría haberme hecho mucho daño y me dejó en ridículo en frente de los chicos.

Caminé sin rumbo fijo.
¿Dónde estaba mi supuesta habitación?

Anduve por un largo pasillo.
Allí se encontraba la habitación donde desperté.

Entré y me tiré directamente a la cama, comenzando a comer galletas de nuevo.

Miré a mi alrededor mientras masticaba.

Las paredes eran azules y grises, y conjuntaban con los muebles azules y blancos.

Era grande. Demasiado para solo una persona.

Tenía un baño propio y un gran armario. Había un tocador con un gran espejo delante.
Una televisión en frente de la cama y dos sillones encima de una alfombra mirando a un enorme ventanal.

Miré por la ventana.
Solo se veía las montañas. Ni carreteras, ni coches, ni personas.

El mejor lugar para huir de tus problemas sin que nadie te molestara.

Al lado del tocador se encontraba una estantería con varios libros en ella.

Mis libros.

Los que no habían sido quemados.

Todas las novelas de Harry Potter, Percy Jackson, Narnia, Rebeldes...

En verdad todas eran de ciencia ficción, magia, poderes o de gente que no encajaba en una sociedad por su forma de ser.

Demasiado cliché para mí situación de ahora.

¿Casualidad?
No lo creo.

Pero... ¿Quién había traído todos mis libros aquí?

Y lo más importante. ¿Qué hacía yo aquí?

¿Para qué proteger a una chica que no hace nada bien en su vida?

¿Cuál era mi misión en este lugar?

Me puse a hojear algunos de mis libros para encontrar alguna solución.

Siempre en este tipo de historias todo acaba feliz. ¿No?

Rebeldes; buen mensaje, pero nombres raros.

El protagonista era un greaser, osea un maleante que robaba, peleaba y se metía en un montón de líos.
No encajaba en la sociedad por no ser rico ni elegante. Todos le tenían miedo.

Se parece a mí, pero, ¿Cómo arregló él eso?

No comienzan a tratarle mejor hasta que salva a unos niños de ser arrasados por las llamas.

Irónico.

¿Eso se supone que debía hacer?
¿Salvar a gente indefensa?

Al menos eso es lo que los chicos hacían.
Defendían a los que no podían hacerlo por si mismo, los que necesitaban ayuda. Eran héroes.

Llamaron a la puerta.

- ¿Quién? - grité con el ceño fruncido.

- Yo... - lo dijo bajito, pero reconocería esa voz en cualquier parte.

- No quiero hablar contigo. - contesté ruda.

Oí sus suspiró y rodé los ojos.

- Por favor... Déjame disculparme.

Puso su voz de niño deprimido.
Esto iba enserio.

- Pasa. - contesté en un gruñido.

Abrió la puerta suavemente y entró en el cuarto cerrando la puerta tras de sí.

- ¿Bien?- dije esperando su alentadora disculpa.

- En serio Allison, lo siento. - bajó la mirada - No sabía que te ibas a enfadar por eso. Solo era un simple juego.

- Eso lo habrá sido para tí. - me levanté de la silla al lado del tocador y le enfrenté - Me pusiste en ridículo delante de los chicos solo por una estúpida broma.

- No era por la broma. - frunció el ceño - Quería enseñarte a encontrarme sin utilizar la visión. ¿No entiendes lo que has hecho? - negué con la cabeza - ¡Has conseguido encontrarme! Ninguno de los chicos lo había hecho antes. ¡Y tú lo has hecho! - sonrió de oreja a oreja - Sabía que eras especial Allison.

Sonreí inconscientemente y me sonrojé.

- ¿Te ha gustado tu sorpresa?

- ¿Eh? - pregunté con una mueca extraña.

Zach se rió de mi cara de confusión.

- Los libros. - los miré y luego de nuevo a él - Te los trajimos todos aquí. Sé que te gusta leer y bueno... Quería que te sintieras como en casa.

- ¿Tu y los chicos os los llevasteis de la casa de mi "madre"? - pregunté incrédula.

Asintió y mi corazón se derritió, alineando mis labios en una sonrisa tierna.

- Y me costó caro. Los chicos no paraban de decir que para qué los quería si no sabía leer. ¡Y yo si se leer!

Reí ante su berrinche y negué divertida.

- ¿Enserio? - me burlé de él - ¿Querrías leerme este libro? - señalé el primer ejemplar de Harry Potter.

Puso cara de terror, pero asintió y tomó el libro.

- Capítulo 1 - tragó saliva - El niño que sobrevivió. El señor y la señora Dursley, que vivían en el número 4 de Privet Drive, estaban orgullosos de decir que eran normales, arfotunadamente.

Siguió varios capítulos más, y sí, si que sabía leer.

Se trababa algunas veces, pero era lo normal.

Mientras él leía yo observaba cada rasgo de su rostro.

Sus ojos marrones claros mirando a las letras atentamente.
Sus bonitas mejillas rosadas moviéndose lentamente cada vez que decía una palabra.
La hermosa sonrisa que se asomaba en sus labios cuando leía una parte graciosa.

¿Qué estaba pensando?

POWER; Z.H Where stories live. Discover now