DOCE

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Estaba envuelto en mi cama temblando de frío cuando me desperté

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Estaba envuelto en mi cama temblando de frío cuando me desperté.
Me metí bajo el choro de la regadera recordando lo que había hecho esa noche. Estaba crudo, mi estómago y el dolor de cabeza me lo decía. Recordaba haber estado bailando por la sala escuchando música a todo volumen.
Aunque también recordaba que Alex había estado ahí, recordando su voz diciendo dime algo sin sentido, o tal vez, sin sentido para mí porque no lo quise escuchar.
También recordaba la luz sabor del licor quemando mi garganta y mi estómago.
Me vestí con lo primero que vi, luego vi la botella vacía de Vodka sobre el escritorio, mi computadora y me acordé de las notas que había escrito, no hice mucho caso y salí a desayunar.
Cris estaba cubierta con la cobija hasta el lunes mentón en el sofá mirando Un Príncipe para Navidad con la cara pálida y las ojeras hasta las mejillas.
-¿Te divertiste anoche? -le pregunte.
-Tu hermano me arrastro al hospital a ver a tu madre. Ya sabes, lo mismo de siempre -respondió-. ¿Tú si te divertiste?
-No mucho, me emborrache bailando y eso. Alex estuvo aquí, no recuerdo a qué hora se fue. Estaba muy borracho cuando llego... -dije.
-Cuando regresamos no estaba aquí, tu estabas en nuestra tu habitación -me explico.
-Es año viejo, ¿planes para esta noche? -me tire en el sofá a comer cereal.
-No lo sé. Geo, esta de nuevo en el hospital -hizo una mueca-. Tal vez no hagamos nada.
-Jay me invito a pasar la noche con su familia, ¿Crees que debería ir? -analice su expresión.
-Si, por supuesto, no puedes sentir te mal por que ustedes ni siquiera son nada, en todo caso, Alex y tu tampoco -dijo.
Asentí con fuerza.
Una parte de mi estaba ansioso por esta noche, por que después de anoche, haría otra cosa más allá que pensar en Alex. Ni siquiera debería, no debería por que no somos nada. Esa era la verdad, y a pesar de que habíamos tenido momentos buenos, era solo sexo.
Inconscientemente. Pensaba quizá, un setenta por ciento en como me había reventado el culo, me había hecho suyo y quería que lo siguiera haciendo. Y un treinta por ciento, en que quería abrazarlo.
Agite la cabeza.

El auto se detuvo frente a la casa

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El auto se detuvo frente a la casa. Metí mis dedos fríos dentro de la chaqueta, dentro, el aire era caliente, olía cigarrillo y a menta.
Deje caer ni cuerpo en respaldo y le dedique una sonrisa amplia al chico de mi izquierda, sus ojos se iluminaron mientras el coche avanzaba en la calle.
-¿Cómo te va? -su voz brotó débil.
Sentía como hacía todo lo posible por escanear los tremendos nervios en él, y yo me sorprendía de lo que podía causar en él. Hice todo lo posible por que se sintiera cómodo.
-Bastante bien -sonreí-. Quizá yo debí llamarte antes.
-¡No! -Sus ojos buscaban los míos a través de la luz que se filtraba a cada paso de las señales eléctricas-. Crei que necesitábamos un poco de tiempo, en realidad... No se lo que tenemos, no quería parecer desesperado.
-Nada de eso, Jay -busqué su mano sobre su costado.
Sus ojos me analizaron un momento.
-Mi madre preparo un excelente festín, cada año se dedica el día entero a preparar -me explico.
Debía pensar lo que estaba haciendo realmente, justo ahora, Jay, iba a llevarme con su familia, aunque en realidad no éramos nada...
Ni siquiera pensaba realmente en lo que eramos, por que solo nos habíamos besado en la fiesta de Geo, con la esperanza de que sucediera algo más. No sabia que Alex se iba a cruzar en mi camino, ni mucho menos que yo me enganchará más de la cuenta.
¿Debía cortarle el rollo de una para no lastimar lo? ¿Debía continuar con esto y olvidarme del asunto de Alex por completo? Si lo iba a hacer, era el momento, no había marcha atrás después de esta noche, y en realidad no tenía tanto tiempo. Regresaría a U la próxima semana, así que debía actuar rápido.
Traía mi móvil por si Geo quería llamarme en caso de que sucediera algo.
La calle era pacifico, al final, estaba la casi de techo de dos aguas, y la chimenea en la esquina, con las luces a todo color. Los autos aparcados la frente indicaban que el resto ya había llegado. Aparcó el auto cerca de la entrada, salí despacio acoplando me al cambio repentinos de temperatura, el aire helado se me pego a la cara, estaba entumecido.
Jay, saco unas cuantas bolsas de atrás del asiento.
-¿Quieres que te ayude? -le pregunte acercándome a el despacio.
-No, gracias -se colgó las bolsas en su brazo, cerro la puerta y luego me miró un poco.
Sus ojos adoptaron un brillo pícaro, me rodeó por la espalda y se inclino para besarme. Sus labios suaves fueron temerosos al tacto, luego, al corresponderle, me devoró la boca empujando me a su cuerpo.
-No voy a negar que extrañe tus labios -susurro.
Suspire profundo después de que me libero.
Nos encaminamos hacia la entrada de la casa. Llamó un par de veces al timbre y la puerta se abrió de una casi de inmediato. El calor que brotó desde dentro era muy intenso, todos se amontonaban en el recibidor mirando muy atento, a mí.
La sala era colorida, el árbol por la esquina cerca de la chimenea con las luces brotando de una en una por colores, estaba cubierto de adornos, esferas, listones y cadenas dotadas.
Tome una bocanada de aire en lo profundo se mi pecho al ver tantas personas sonriendo, Jay se acercó se primero a una mujer de cabello rizado, rubio rojizo y arrugas en la comisura de sus labios. La beso en la mejilla y ella lo rodeó con los brazos.
-Mamá -escuché-. El es mi amigo, Dan. Es hermano de Geo.
La señora se acercó hasta mi de un paso, me rodeó con fuerza.
-Conozco muy bien a tu hermano -sus sonrisa era cálida, como la casa en general-. ¿Dónde está él?
-Él se quedó en casa, con su novia -respondí.
Fuimos como en fila, saludando y conociendo al resto de la familia. La abuela Teresa, un tío con su esposa y dos hijos, una tía con su esposo y tres hijos.
Otros sobrinos, todos sentado entrelazó sofás por toda la sala que estaba totalmente decorada. El árbol era lo que más resaltaba, pero la chimenea tenía guirnaldas y botas con sus nombres.
El comedor era gigantesco, más de lo que yo recordaba que un comedor podría ser.
En realidad no recordaba como era un comedor repleto de familia, nunca lo había visto por que mi familia nunca había sido así.
Después de que la cena terminó, nos tiramos en la sala de nuevo mientras todos preparan sus regalos.
Jay se sentó junto a mi, sus ojos me miran un momento y luego me preguntó.
-¿Te la estas pasando bien? -su voz se alzó en el alboroto.
Me volví al frente mientras uno de los chicos le ofrecía su regalo a uno de los adultos, este, sacó una chaqueta de la envoltura brillante y todos se pusieron a aplaudir.
-Me la estoy pasando muy bien -sonreí y grite con el resto.
Era un intercambio de regalos entre chicos y grandes, todos se deberían y, estaban pasándoselo de lo bien.
Están emocionado por que, de verdad se sentía una explosión de alegría por la casa, un calor que te abrazaba tan fuerte.

Consume Me With Your Fire© ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora