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El primero de enero, cuando toda mi familia se encontraba en un almuerzo para festejar el comienzo de 1999, yo preferí correr al bosque para encontrarme con Yoongi.

Fue la primera y única vez que estuve allí con él en plena luz del día.

Tuve que escabullirme con cuidado ya que Seokjin había estado pisandome los talones desde navidad. Vio como Yoongi salía de mi cuarto con los labios hinchados y el rostro colorado por la sesión de besos acalorados que tuvimos, y eso le bastó para notar que traiamos algo entre manos. Algo que ni siquiera yo sabía qué era.

En fin, pude librarme de mi familia para encontrar a Yoongi sentado sobre un acolchado oscuro, mirando el cielo despejado. Hacía mucho frío y recien acababa de nevar.

Apenas me vio su semblante cambió notablemente. Noté como antes de que me vea sus ojos se perdieron, fundiendolos en un solo celeste que demostraba lo perdido que se encontraba, y dos segundos después sus ojos brillaron.

Era como si todo cambiara cuando me veía.

Sonrió ligero y yo me senté a su lado, ambos con las piernas flexionadas mirando al frente. Se notaba un aire de felicidad entre nosotros, una correntada de algo inexplicable para mi. Yo me sentía feliz, pleno a su lado. Sentía que todas las cosas malas que pasaban por mi mente eran sólo mentiras que me hacían sentir mal, algún efecto secundario de mis sueños por la cara borrosa y que esos malos presentimientos eran sólo delirios de mi imaginación.

Volteé mi cabeza para poder verlo mejor. Su nariz estaba roja por el frío, sus pómulos también tenían ese color tan precioso y tierno. Su cabello rubio pálido era una delicia para mis ojos.

No sabía en que momento ocurrió, y tampoco lo sé a ciencia cierta, pero estaba profundamente enamorado de Yoongi.

Suspiró, iba a hablar.

—Feliz año nuevo.— Dijo despacio y yo sonreí. Inmediatamente acerqué mis labios a los suyos como las anteriores cuatro noches en el bosque en las que nos la pasamos besándonos. La calidez que me transmitían esos labios era indescriptible, era una serie de bellos fuegos artificiales que colapsaban directo con la Luna. Ambos cerramos nuestros ojos.

—Feliz año nuevo Yoongi.— Sonreí al separarme del beso y ambos nos recostamos sobre la manta. Por suerte estábamos debajo de la sombra de un árbol que nos protegía del Sol.

No nos gustaba el día, pero queríamos vernos.

Apoyé mi cabeza sobre su hombro y el me rodeó con su brazo, apoyando sus labios contra mi sien. Sonreí tan grande que mis dientes de seguro parecían estrellas lejanas dentro de nuestro universo.

—¿Cómo la pasaste anoche?— Le pregunté sin mirarlo y él se encogió de hombros. Tenía su brazo libre debajo de su cabeza, una posición muy característica de él.

—Aburrido, miré maratones hasta las dos de la mañana y después me fui a dormir.

—Perdón, me hubiese encantado invitarte a la cena familiar pero ya sabes, Seokjin me está acuchillando mentalmente todo el tiempo. Llevarte hubiese sido una guerra.— Él rió bajito, se le formaban esas líneas de expresión cuando sonreía. Sus ojos rasgados me volvían loco.

—No te preocupes, no soy fanático de las cenas familiares.

—¿Es por eso que no fuiste con tu familia?— Cuestioné y él se quedó en silencio. Asintió dos veces antes de que nos quedemos en silencio por unos segundos.— Yo siempre te vi como alguien que pudo haber sido traído por la cigüeña.

—¿Por qué?— Preguntó interesando.

—Es que no pareces una persona que tenga familia, pareciera que simplemente apareciste en el mundo. No puedo imaginarte teniendo hermanos o padres.— Frunció su boca en un gesto que me pareció adorable, seguía con sus ojos fundiendose en el cielo celeste.

—No lo imagines. No me llevo muy bien con ellos.— Vi algo más en su mirada. No era simplemente un "No me llevo bien", era mucho más. Pero simplemente decidí callarme.

Como siempre.

—¿Puedo preguntarte por qué?

—Lo acabas de hacer Jimin.— Me dedicó una media sonrisa encantadora, luego habló.— Yoongi tenía una hermana y un hermano. También padre y madre. Pero... Yoongi simplemente decidió irse.

—¿Por qué hablas en tercera persona?

—Lo vas a saber pronto.— Se encogió de hombros pero sentí su cuerpo temblar.— La madre de Yoongi estaba un poco loca. Le obligó a hacer cosas horribles. Entonces Yoongi escapó.

Me aterrorizaba el hecho de que me lo diga de esa forma, pero amaba que abra su pecho para conmigo. Se que era muy difícil para él, las pocas veces que se abría a mi siempre lo hacía en código, como esperando a que yo lea sus ojos. Y yo los leía, pero tenía mucho temor por lo que me comunicaban. Simplemente quería mentirme, pensar que todo estaba bien. Que todo iba a estar bien.

Yoongi tenía razón, me mentía a mi mismo.

—Lamento que hayas pasado por cosas feas, es horrible cuando hay problemas entre familiares.— Me acarició la espalda mientras susurraba ronco cerca de mi oído, sintiendo el tacto caliente de su respiración con mi piel.

—Ya no va a pasar más, lo sé.— Sonreí fuerte, abrazandolo con más ímpetu. Estaba seguro de que me quería decir que ahora todo era perfecto, que teniéndonos el uno con el otro podríamos salir adelante con todos nuestros problemas.

Cerré mis ojos sintiéndome pleno, imaginando todas nuestras posibilidades.

—Jimin, ¿Escuchas como late mi corazón?— Susurró luego de unos instantes en silencio. Asentí, porque los había estado sintiendo sobre mi mejilla durante todo ese tiempo. El sonido era como un reloj tic-tac a punto de romperse en mil pedazos. Tan fuerte y veloz que parecía un loco.

Así late el corazón de los enamorados.

—Si Yoongi.— Dije muy despacio.

—Nunca olvides ese sonido Jimin, nunca olvides que este corazón al latir siempre dice tu nombre.— Besó mi sien de nuevo. Sentí como me derretia del amor ante sus palabras.— Sos mis estrellas y mis planetas Jimin, lograste llenar ese vacío universo oscuro que había en mi alma.

—Jamás Yoongi, ese ruido quedó tatuado adentro de mis oídos.— Lo sentí sonreír y cerré los ojos.

Yoongi era tan calentito, tan tierno y tan abrazable. Era la persona perfecta para perder mi mente con sus latidos fuertes, sus respiraciones descolocadas y esos suspiros que me dejaban muerto.

—Nunca lo olvides.— Dijo ronco otra vez.

Nos quedamos en silencio por horas, sintiendo el calor de nuestros cuerpos.

Era lo único que necesitaba para sentirme vivo.

air catcher ☆ yoonminWhere stories live. Discover now