1. Buscando ayuda

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Había una vez, hace mucho tiempo, en un reino tan lejano en tiempo y espacio que su nombre ha sido olvidado pero que mostró un digno acto de amor, amistad y caballerosidad en ese pequeño rincón del mundo, que merece ser recordado y no dejado en el olvido; por lo que su leyenda será contada para reavivar la esperanza del futuro.

El mal acechaba en cada rincón de aquélla pequeña aldea, la gente desaparecía de forma misteriosa y todos vivían con miedo de salir de su casa, las calles eran inseguras por un ser que ni siquiera conocían pero era tan real como el aire. Por esta razón, el príncipe y futuro rey, Shoto Todoroki, estaba sumamente preocupado; quería salvar a su gente del mal que asfixiaba sus vidas, por ello habló con su consejero, caballero personal e incondicional mejor amigo, Tenya Iida.

Un verdadero caballero que siempre trataba de proteger a la gente que le rodeaba y se sentía tan frustrado por no poder ayudar como el mismo gobernante, los sentimientos oscuros que invadían el corazón del noble se aferraban a su propio corazón y no había nada que deseara más que su bienestar así que, después de mucho analizar lo ocurrido, dijo lo que creyó más conveniente.

—Quizá debería pedir el consejo de la bruja Ochaco Uraraka que vive en lo alto de la montaña; una de aquéllas brujas que fueron salvadas por tu sabia palabra en la que, aún en contra de los deseos de su padre, decidiste que fuesen tratadas con el mismo respeto que a cualquier habitante de tu reino, ganándote con tu gentil corazón la confianza de seres que se encontraban fuera de nuestro alcance. Si no es una impertinencia que lo aconseje, ya que soy el simple guardián de la integridad física de su majestad, pero mi alma clama por ayudar a disminuir sus pesares. —Sugirió de manera respetuosa, haciendo reverencia para no parecer impertinente ya que conocía su lugar; lo que ocasionó que el medio pelirrojo sonriera con diversión.

—Tenya… tú eres más que un sirviente o un caballero cualquiera, tus palabras nunca serán una impertinencia ya que más de una vez me has salvado, no sólo de los humanos que han tratado de dañar mi cuerpo, sino también has salvado mi alma de los propios demonios que he creado para destrozar mi mente. Tú, tan fuerte como cada pilar del castillo has sido el soporte para mis calamidades y cada consejo tuyo será tomado por mí como agua tras la sequía ya que no hay en ti mas que sabiduría y bondad tanto para el reino que te acogió como un hijo más preciado y por mí como el complemento de mi vida. —Los ojos, en ocasiones fríos cual acero afilado, dispuesto a acertar el golpe definitivo contra sus enemigos, ahora mostraban paz y dulzura para aquél por el que sentía un gran respeto y amor fraternal— Si tú crees conveniente hacer uso de esa relación que, sin intención egoísta, hemos creado con ese pequeño gremio, más tardaré yo en dar la orden que en ser cumplida. Sólo suplico que abandones el protocolo en nuestra intimidad ya que si yo he de llamarte como a mi igual, pido que me consideres de la misma manera.

Con la complicidad que los años hizo florecer, con ese ir y venir de ideas y sentimientos, sentían la confianza y el respeto mutuo tan profundo en sus corazones que se trataban como las mitades de un mismo ser, olvidando por completo lo que era la vida antes de conocerse. Lo malo de aquélla respetable y hasta envidiada amistad, era que la veneración que debía sentir el leal caballero por su monarca iba más allá del límite aceptable por la moral, esto ardía en el interior de Iida como una ardiente llama que lo consumía todo, por eso nunca sería revelada la incorrecta pasión que provocaría el desprecio del orgulloso y sublime príncipe, ya que sería peor castigo que la muerte para él. Aunque el amor inmoral fuera la clave del futuro de dos naciones, esto no lo hacía menos subversivo a los ojos de un pueblo regido ante la mano dura de Dios.

La discreción debía regir sus acciones para no poner al tanto a cualquier mal cercano sobre la posible solución al problema que afligía el espíritu de nobles y plebeyos. Bajo este concepto, Todoroki y su guardián tomaron las provisiones suficientes para emprender el viaje para dirigirse a la montaña de la bruja mencionada. Luego de dos días con sus noches a caballo, tuvieron que subir hasta el empedrado camino que conducía a una lejana y, en apariencia, pequeña cueva que desprendía un brillo color rosáceo y emanaba la magia aunque aún no estuviesen ahí.

Después de todo eres mi héroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora