Capítulo 5

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Sus planes eran sencillos, y hasta Eijirou podría llegar a entenderlos con una sola explicación

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Sus planes eran sencillos, y hasta Eijirou podría llegar a entenderlos con una sola explicación. Era simplemente una pequeña planificación que había estado pensando durante la noche, preocupándose de cada mínimo detalle que pudiese descuidarse en su primer paseo por Alejandría junto al pelinegro, deseando mostrarle las maravillas de la ciudad en todo su esplendor. Por desgracia, la biblioteca no quedaba en sus planes, siendo que como el mismo chico le había dicho, este no sabía escribir, por lo que mucho menos leer.

Así que, de alguna manera, sus opciones se limitaban, y Katsuki no tendría más remedio que buscar las mejores zonas de Alejandría que no incluyesen temas cultos, cosa que le complicaba un poco la planificación. Pero él era inteligente, por lo que no le costó mucho el decidir que, para comer algunos de los alimentos por los que había pagado el doble a Ochaco, podrían ir a la orilla del río.

Allí, estarían en calma, sin tener que pasar por ninguna interrupción por parte de algún incauto ciudadano que osara interrumpir su día de descanso. Además, probablemente Eijirou estaría agradecido de poder pasar una comida junto al río principal de Egipto, y ya podía imaginar su rostro emocionado ante las azules y límpidas aguas del río, tal vez jugando con ellas, riendo como un niño pequeño y enseñando aquellos extravagantes dientes que poseía, los cuales habían llamado su atención nada más los vio por primera vez.

Si en algo se había fijado la mañana anterior, cuando sus padres le avisaron de que debería prepararse para recibirse al nuevo séquito de sirvientes del palacio, era la mirada esperanzada que había en los ojos escarlatas de Eijirou (tan rojos y profundos como los suyos, incluso mucho más pigmentados, se atrevería a decir) siendo que todos los demás sirvientes parecían atemorizados de estar cerca de los faraones y, en especial, estar cerca de él. Y todo era a causa de todos los rumores que se habían extendido, por todos los problemas en los que se había metido en el pasado y que le habían cobrado factura en el presente.

Pero Eijirou era distinto, parecía tener una visión muy clara de lo que quería para su futuro y que jamás dejaría que sus metas fuesen interrumpidas por nada ni nadie. Ese hecho le recordó a él, por lo que no pudo evitar imaginar lo interesante que sería su vida ahora que ese chico estaría a su lado como su leal sirviente, consiguiendo algo de satisfacción al saber que las cosas estaban yendo según lo pensado. Incluso, Eijirou había resultado ser más interesante de lo que había creído en un principio.

—¿Hacia dónde estamos yendo? —preguntó de golpe Eijirou, observando con curiosidad su alrededor y percatándose de que estaban poco a poco dirigiéndose hacia el límite de la gran ciudad—. Sigo estando cansado.

—No te quejes y sigue caminando. Iremos hacia el río, ¿o acaso tienes una mejor idea? —respondió escueto, empleando un tono algo agresivo que hizo callar casi al instante al curioso pelinegro.

—Solo preguntaba, creí que iríamos a explorar mejor las calles de Alejandría... —susurró mientras observaba las bolsas de alimento en sus manos—. No es como si no quisiera ir al río, ¡al contrario! ¡Me encantará poder ver por primera vez el Nilo, siempre he escuchado acerca de él y jamás pude ir!

La suave arena de un árido amor [BakuShima]Where stories live. Discover now