No quiero saber...

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Nota: El desafío fue originalmente publicado para amor-yaoi.com, yo quise compartir la historia después que anunciarán al ganador. ¡Vaya sorpresa me llevé al saber que YO GANÉ!

Nos dieron un título y una pareja, al cual debimos adaptarnos. En mi caso, REITA y AOI, fue la pareja que me asignaron.

Sin más, a leer.

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Según la cultura de nuestra sociedad, se nos ha enseñado que las almas gemelas son una persona dividida en dos y cada una contiene la mitad de la misma alma, destinadas a encontrarse en alguna etapa de su vida, tarde o temprano. Nacemos con una marca en determinadas partes de nuestros cuerpos. Al principio, es sólo un manchón amorfo. Conforme nos desarrollamos, la marca toma la forma de una onda sonora, con picos que se elevan y decaen.

Esa es la pauta para encontrar a tu otra mitad.

Ambos tendrán la marca en el mismo sitio, siendo un calco perfecto.

Hay una característica que todavía no se ha podido descifrar completamente: es una onda sonora funcional. Es decir, cuando ambas almas entran en contacto físico, se reproduce una melodía, que sólo ellos tienen el privilegio de escuchar. Existen dos teorías:

1) Es la interpretación de los latidos del corazón al conocer a quien será el amor de tu vida. El roce a estas sinuosas líneas, provocará una reproducción simultánea, sus sentidos se acoplarán y el amor emergerá.

2) Es la interpretación de sus vidas, cada persona guarda una armonía y al encontrarse con su alma gemela, estas se unen en una sola sinfonía. A partir del nacimiento, los acontecimientos más relevantes son transformados en notas musicales, que serán combinadas en una reproducción a distintos tempos.

Yo, no pienso nada en específico, respecto a esta cuestión. No tengo un interés particular en el destino, ... incluso, si ya lo he encontrado.

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Hubo ciertas cosas en mi adolescencia que no me importaban, que no quería saber, pero, de alguna manera, terminaban estancándose en mi mente. El destino calzaba perfecto en estas dos categorías.

«Si mi destino está tallado en piedra o escrito en un libro, no quiero saber

Era mi pensar, no permitiría que un tonto mito controlara mis decisiones. Una simple palabra no me haría dudar de mis deseos. Sin embargo, decir que no creía en el destino, era una estupidez. Tenía la prueba de ello grabada en mi pecho, entre mi clavícula y pectoral izquierdo, abarcando desde el esternón hasta el final de mi hombro, en líneas asimétricas.

Creer y negarse a querer saber, son muy diferentes.

La razón tenía nada de especial, no quería crear expectativas falsas en las personas que se acercaban deseando que yo fuese su elegido y, después, saliesen lastimadas o decepcionadas por no ser así. Tampoco, quería romper mi propia ilusión.

A diferencia de las demás personas que se la pasaban buscando, viajando o anhelando, yo me dediqué a continuar mi vida, sin darle demasiada importancia, sin pensar mucho en ello y disfrutando el tiempo compartido con mis amigos y familiares. Si alguien me gustaba y los sentimientos eran mutuos, obtenían mi aprobación. ¿Sexo casual?, claro. ¿Relaciones serias?, mientras a ninguno nos incomodara ver nuestras marcas, era posible.

Quería moldear mi camino, equivocarme, experimentar y conocer mi mundo, antes de reunirme con la persona que completara mi alma. Tuve el mismo pensamiento al llegar a la adultez. Me divertí cuánto me parecío necesario, reí, lloré, sufrí y todo lo hice sin pensar en mi supuesto destino.

No quiero saber... (theGazettE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora