❁Una pequeña visita...

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Desde hace un buen tiempo estado observando a mi vecino del frente.

¿Soy un acosador? no, no lo creo. Simplemente me gusta admirar la paciencia que le tiene a las flores que cultiva en las estaciones de primavera y otoño. Una tan sola vez mire como arranco dos flores con cuidados de su lugar, colocándolas en un vasito con agua y llevándolo al mostrador, al principio no entendía por qué lo hizo, hasta que leí por Internet que hacer tal cosa podía perfumar con intenso y agradable aroma toda una habitación por un par días.

Había oído por parte de un amigo cercano a él, y curiosamente también cercano a mí, que hace mucho había pensado en poner una tienda de flores en su casa, por eso entendí lo del mostrador, porque a simple vista de su enorme ventana; se podía admirar las macetas de barro de un color marrón, rebosando de flores coloridas y lo lejos peluches de un gran tamaño. Ahora que lo estoy diciendo, me siento medio observador, más no acosador.

El jardín delantero de mi casa es verde, el monte ha crecido mucho últimamente, y todo se debe a que yo no soy fan del aseo jardinero, ni ponerme botas para el lodo, ni delantales ridículos con diseños ñoños, menos los sombreros de paja ni la regadera a mano.

Hoseok Oppa...—llamó la pequeña a mi lado, jalando la manga de mi camisa. —Hoseokie~

Me giré y le sonreí, pasando mi mano por su lacio cabello negro. —¿Qué pasa bebé?

¿Mamá pronto vendrá? —puchereó, empezando a jugar con sus deditos.

Asentí sin decir alguna palabra, mi hermana murió hace dos días por un robo que hubo en la tienda de comestibles, a la cual trabajaba casi las veinte y cuatro horas del día. Su cuerpo se halló hasta el día de ayer por la noche, con dos supuestos clientes de dicha tienda encerrados en una habitación de una casa a tres cuadras de esta. Un acto bastante horripilante a mi padecer, y con eso, Hana, la hija de mi hermana queda a mi custodia, ya que su padre nunca la reconoció.

Puede que se tarde más. —mentí, era difícil de explicarle a una pequeña niña que su madre nunca volvería, pero también era malo mentirle. —¿Qué te parece mejor si jugamos a las escondidas?

Propuse y ella asintió efusivamente, corriendo dentro de la casa para esconderse. Di un último vistazo por la ventana, observando como el chico de cabello rubio se hincaba y cortaba unos tallos dañados.


Esta tarde tenía que volver al trabajo, aunque me es extraño faltar al funeral y entierro de mi hermana, no debía mostrarme débil ante una pequeña que ahora solo necesita mi ayuda y el amor que se merece.

Hobi Hyung~ —canturreo Namjoon al verme entrar de la puerta trasera del restaurante. —¿Cómo has estado? —preguntó con cautela, sonriéndome un poco.

No muy bien como todos los días, —respondí sinceramente, sacándome el buzo y doblándolo para dejar ordenado todo en el casillero que me otorgaron, reemplazándolo con un mandil... sí, no me pondré uno con diseños ñoños, pero sí uno para el trabajo. —Pero... allí vamos.

Yoongi me pregunto por ti también, el día de ahora no podrá presentarse ya que tiene una cita con cierta persona. —comentó, mientras se daba la vuelta y seguía trapeando el suelo.

¿Se te cayó alguna especie o jugo? —pregunté, tratando de ocultar mi risa socarrona.

Tks. Fue un batido de fresa. —bufó.

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