La burda carta de un Belmont

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-En alguna... Aggg no. Para cuando leas esto... Mpmh.. que porquería. -tras decir aquellas palabras con voz cansina, Trevor Belmont, estiró su mano para alcanzar la botella de licor de su mesa y darle un generoso trago; viendo con hastío aquella hoja de papel que delataba su estado de ebriedad a medida que la caligrafía empobrecía renglón por renglón, el castaño soltó un suspiro fijando la vista en una vela; unica luz de aquella habitación y pensando que esa sería la única oportunidad que tendría para escribir aquella misiva, la única oportunidad que tendría de sincerarse antes de que la mañana trajera consigo su orgullo, antes de que por largo tiempo perdiera por completo la comunicación con Alucard Tepes.
Nunca fue bueno con las palabras ni con los sentimientos, incluso se atrevía a decir que los concideraba una perdida de tiempo, sin embargo, algo dentro de él lo obligaba a quedarse despierto más allá de las tres de la mañana "creo que aquí van como 15 tragos de valor" se dijo mentalmente el castaño mientras una sonrisa le acentuaba las facciones a medida que veía botellas vacías de distintos licores en el suelo.
-¿Por qué debe ser tan complicado hablarte, Alucard?¿Quién te dió el maldito derecho de alterarme de esa forma? -decía en voz alta el cazador pegando la cabeza en el escritorio mientras revolvía con su mano sus cabellos rebuscando algún resquicio de lucidez para luego levantar lentamente la vista volviendo a admirar aquella flama que temblaba al compás de su aire mientras hablaba -Quizá fue mi error... Quizá soy yo quien está malintencionado tus acciones, tus gestos, tus miradas. Tal vez... Tal vez el único que está enamorado soy yo -dicho esto, aquel Belmont sintió como sus ojos se empezaban a humedecer, sintió que su garganta se cerraba por un nudo invisible y su pecho se comprimia hasta casi dejarlo sin aire. Estaba despechado. Se levantó de golpe, tomando la botella más cercana y empinandola bruscamente, buscaba ahogar aquel dolor, aquellas lágrimas, aquel corazón roto; se detuvo únicamente cuando bebió hasta la última gota de aquel vodka, sintiendo como ese líquido le quemaba la garganta, tosió varias veces hasta que se dejó caer al suelo recargado en una pared con lágrimas bañando su rostro seguidas de un silencioso lamento que duró un par de minutos hasta que por fin, aunque de forma torpe, pudo ponerse en pie y encaminar sus pasos de nueva cuenta al escritorio; con los ojos ligeramente hinchados a causa de sus sollozos tomo una nueva hoja de papel y tinta, repasando en su mente cada momento que había tenido con el vampiro, se autoconvencia de que no eran casualidad esas bromas ni esas miradas entre ambos.

Adrian Fahrenheit Tepes:
Apuesto a que nunca te imaginaste recibiendo una carta mía y seguramente estando sobrio eso sería cierto, pero he aquí el problema. No lo estoy y aún así nunca me sentí más lucido para esto.

Alucard, seré directo. Te amo. Se lo que piensas en este momento pero no, yo mismo desearía que fuera una broma producto de mi alcoholismo y me desgarra el corazón que no sea así... Me duele pensar que en realidad tu, el maldito chupasangre con el que pelee en Greist, no solo ganó esa batalla. Ganó todas y lo único que utilizó fue su encanto, sus palabras, sus comentarios despectivos, sus ojos ámbar que a la intensidad del fuego resplandecen en dorado, su risa tan escasa que al escucharla me hacía cerrar los ojos y sonreir deseando que nunca terminará y ver esa sonrisa que siempre me robó cuanto menos un suspiro. Ganaste Alucard. Porque ahora que ya no tengo nada de eso; ahora que no tengo nada de ti más que recuerdos y 45 kilómetros de distancia, me siento un completo idiota por no haber dicho esto antes, por tener que esperar estar en una posada de mala muerte ahogado de borracho, con la luz de una vela que casi se extingue, reviviendo memorias y creando fantasías de lo que pudo haber sido. Escribiendo una burda carta de amor aún a expensas de saber que mereces algo mejor; sin embargo, Alucard, Nuevamente te doy todo lo que tengo y lo que soy en estas palabras para que puedas hacer lo que quieras con ellas; para que puedas hacer lo que quieras con estos sentimientos.

Siempre tuyo
Trevor Belmont.

~ ∆ ~

Aquella carta con gotas de lágrimas fue doblada cuidadosamente por las toscas manos del cazador para posteriormente ser colocada dentro de su respectivo sobre, sellada con cera de vela al no tener algo mejor y entregada a un joven de confianza que espera a las afueras de aquella posada.

La mañana arrivo y con ella un nuevo aire para ambos compañeros de viaje; para La oradora al sentirse un paso más cerca de su familia, para el cazador al saber que justo ahora su amado leía aquella carta mientras la insertidumbre sobre lo que pasaría a su regreso cuando volviera a ver a Alucard, se expresaban a modo de un escalofrío en su espalda "veremos qué pasa a la vuelta" se dijo para si colocando sus cosas sobre su hombro y encaminandose a la salida, viendo hacia atrás de reojo al sendero que lo separaba del amor de su vida.

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