Capítulo 2

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Ray

Al abrir la puerta del Thinking Cup, descubro que, a diferencia de otros días, está vacío. Todavía no ha llegado ningún cliente y probablemente se deba a que aun es bastante temprano.

De camino a mi asiento habitual, decido dirigirme hacia la barra al ver que Siba me saluda con la mano, ya que a fin de cuentas, solo estamos ella y yo, y no habrá nadie más que pueda molestarme con su presencia.

–¿Qué tal estás, Ray? ¿Cómo llevas el problema con tus alumnos? –pregunta Siba sonriente.

–La cierto es que no demasiado bien... Ayer jugué mi última carta y parece que no he conseguido generar la reacción que esperaba en ellos.

–¿Te refieres al cuaderno de colorear?

–Hum... Sí... ¿Por qué sabes que me refería a eso? –pregunto algo sorprendido.

–Porque ayer oí a algunos universitarios hablando sobre ese tema. Específicamente estaban diciendo que era una lástima que varios estudiantes se hubiesen quejado al rector, ya que si lo único que había que hacer, era colorear, los créditos estaban regalados... ¿Estás seguro que esto no te traerá problemas?

«¡¿Qué?! ¿Acaba de decir créditos regalados? Estos pobres diablos están aun más perdidos incluso de lo que yo pensaba...»

–No te preocupes por eso. Precisamente justo cuando venía de camino, el rector parecía estar muy irritado, y probablemente, me habría repetido sus estúpidas amenazas de siempre si no lo hubiera mandado a paseo. Es de ese tipo de personas miserables que harían cualquier cosa con tal de conservar su cargo y su imagen de cara al público; es un cobarde. Jamás se atrevería a materializar sus amenazas y enfrentarse a mí, simplemente se limita a controlar lo que hago exhaustivamente, lo cual es bastante molesto –digo impregnando con cierto desprecio mis palabras.

Se hace un pequeño silencio que no dura mucho, puesto que Siba lo interrumpe cambiando de tema de conversación:

–Por cierto, casi lo olvido, ¿Qué quieres tomar, Ray?

–Pediré uno de esos deliciosos cafés.

–¡Marchando! –contesta Siba entusiasmada.

Mientras prepara el café, me fijo en ella, y me llama la atención el empeño y dedicación que vuelca en cada café que prepara, ya que lo realiza de forma tradicional, a pesar de que lo más cómodo sería emplear una cafetera eléctrica como la que se puede encontrar en cualquier otro bar.

–¿Puedo acompañarte, Ray? –pregunta tras terminar de servir dos tazas de café.

–Por supuesto –respondo, ofreciéndole el asiento con mi mano.

Tras oír mi respuesta, sale de la barra llevando en las manos ambos cafés y se sienta en un taburete a mi lado.

–Está delicioso –digo al probarlo.

–Me alegro mucho de que te guste, Ray.

Durante un instante, me evado en mis pensamientos degustando un sorbo de café, y a pesar de que no es la primera vez que lo pruebo, no puedo evitar sorprenderme de nuevo por el sabor tan peculiar que tiene.

–Hum... Lo cierto es que he probado muchos tipos de café distintos, pero el tuyo tiene un toque especial. Es la materia prima lo que marca la diferencia, ¿Verdad?

–Bueno, es cierto que la calidad del grano influye en el resultado, pero va más allá, ya que no debe olvidarse que el sabor también varía en función del tostado, el modo de preparación e incluso el agua que se utiliza.

–¿Entonce crees que la calidad de la materia prima no es tan importante? -pregunto bastante extrañado.

–Tan solo es mi forma de verlo, pero pienso que lo más importante no es cómo son los granos, sino el tratamiento que le das a cada uno de ellos.

–¿El tratamiento? –inquiero una vez más.

–Claro, cada grano es único, y por tanto, el tratamiento debe variar dependiendo cada uno. Aunque un grano sea caro, si lo preparas sin el cuidado adecuado, su sabor se resentirá. Por otra parte, incluso los granos más baratos, si son preparados cuidadosamente para extraer sus cualidades especiales, pueden ser muy deliciosos.

–Vaya... He de reconocer que has hecho un paralelismo bastante sutil entre mis alumnos y los granos de café para mostrarme tu punto de vista, y lo cierto es que es bastante interesante, Siba. –contesto sorprendido mientras busco la cartera en mi chaqueta.

–¡Muchas gracias, Ray! Y no te preocupes por eso, hoy invita la casa –responde sonriendo algo más entusiasmada que de costumbre.

–Lamento tener que irme ya, pero tengo muchas ideas que aclarar después de esta conversación. Ha sido todo un placer, Siba, y gracias por el café –añado antes de marcharme mientras le regalo una sonrisa de satisfacción.

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⏰ Last updated: Dec 03, 2018 ⏰

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