Capítulo 9

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Después de estar un día entero con Deborah tuve que volver, una semana después llegaron mi suegra y mi policía favorita, vaya la única que podía ver, ya había firmado los papeles del divorcio, el cual termino también con orden de alejamiento por amenazas y a mí suegra le conseguí unos días antes trabajo en un supermercado, y como no Deborah tenía su traslado a la comisaría de la zona.

- Tener tu trabajo tan cerca nos traerá problemas.

- Daian relax.

- Relajado con una policía a lado ¿Crees que es fácil para mí eso?

- Pues vamos a vivir juntos.

- Sí y con tu madre.

- Pero se irá nada más cobre y encuentre algo.

- No me molesta, hay dos habitaciones.

- Sí pero la otra tendrá que ser para nuestro hijo o nuestra hija.

- Pero si no tenemos hijos.

- Pero vamos a tener ¿no?

- ¿Haber un hijo de una policía? Al niño o niña le van a dar en el colegio seguro.

- Que va.

- ¡Espera! Si eres madre ¿Cómo vas a trabajar? ¿Te llevas al crió en el carro mientras a patrullas?

- Primero me darían la baja maternal y si veo que no puedo con ambas cosas, dejo el cuerpo de policía, mi familia va antes.

- Llegó a saberlo en vez de ponerme tu contra la pared aquel día te pongo yo y a fuera el uniforme ese tan odioso.

- ¡Eres imbécil!

- Que no me caías de todo bien pero estabas buena y lo estas, sobre todo sin el uniforme.

- Deja a mi uniforme en paz, es precioso.

- Tú eres preciosa Rubia.

- Y tú un delincuente. -Agarro un cenicero que ponía el nombre del bar de la esquina.

- No tenía cenicero y esta chulo.

- No sé roba.

- ¿Algo más?

- No sé hace nada que termines entre rejas.

- Me pides cada cosa. ¡Uf!

□■Deborah■□

Se que para él era TODO un gran cambio.

Pero parecía que se acopló bien o medio bien a todo esos cambios que estaba teniendo en su vida.

- ¿Cuanto aguantas sin tema?-Me pregunto de repente.

¿De que tema me hablaba?

- ¿Que tema?

- No te hagas la tonta.

- Es enserio.

- Ya sabes. -Puso cara de pícaro y le tire el cojin.

- Eres un guarro.

- ¿Eso es que mucho?

- No me agrada.

- Eso es que el abogado no sabía. -Me saco la lengua.

- Puede, la verdad no me llama la atención.

- Normal que te fuera infiel. -Se rio, pero a mi no me hizo gracia.

- No es gracioso.

- Anda Rubia que te voy a quitar lo amarga que estas, aun que desde que me conoces eres menos amarga. -Me guiño un ojo y yo tenía ganas de darle de golpes.

-¡Déjame!  -Me cruce de brazos.

- Rubia, solo estaba jodiendo, ven -Se puso de píe y me tendio su mano, no se por que la acepté.

Me llevo al dormitorio, estabamos solos y me miraba cómo nunca antes me habían mirado.

Nos echamos en la cama, el tenia su brazo por mis hombros y con la otra mano agarraba una de mis manos, mientras yo con la mano que me dejó libre, acariciaba su pierna. Mi cabeza apoyada en su pecho y la sulla sobre la mia, sonreí cómo una niña pequeña y pude notar que el también sonrió, nos sentamos mirandonos a los ojos, levante lentamente el jersey negro que llevaba puesto, hasta que se lo saque por la cabeza, le besé y acaricie toda su piel, que estaba descubierta.

Él me apego hacia su cuerpo, me recosto y se posicino encima de mí, me quito suavemente la sudadera blanca que llevaba, para besar mi escote, luego le molesto el sujetador azul marino que tenía y me lo quitó, besaba mis pechos con delicadeza, mi piel se me erizo en milésima de segundos.

Se quitó todo lo hizo muy rápido como si fuera una maratón, eso me causó risa, no quité mi vista de él,  me quito el pantalón ansioso dejándome en tanga.

Me miro divertido, yo tendida en la cama con mi tanga, totalmente expuesta a su mirada, se puso encima para comenzar a besarme, beso mi cuerpo lentamente; Me decise de sus boxes y él de mi tanga, nos tocamos uno al otro, me encantaba tocarle y que él me tocara, su tacto era suave, delicado, nada que ver con mi ex marido.

Fue bajando lentamente y se aproximaba a mis partes, y cuando llego me beso en mis partes íntimas y empezó ha hacerme sexo oral, llege al clímax, y cuando estaba a punto de correrme él subió y me penetró, me hizo el amor lento hasta que ambos llegamos al máximo placer.

Luego de ese orgasmo, se acostó a mi lado, ambos estabamos cansados, se notaba en la forma de respirar, y en los latidos.

- Debo reconocer que puede llegarme a gustar esto. -Le dije y el sonrió.

Nos abrazamos y después de unos cuantos de besos, nos quedamos dormidos.

Nuestras vidas acababan de comenzar.

¡Eh, Policía!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora