Súplicas

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Tema: Daddy Kink
Personajes: Jaeden Lieberher y Finn Wolfhard
Para: @-babymoonlight

Jaeden Lieberher

Abro un espacio angosto entre las cortinas de la oficina para ver al chico de lentes teclear con destreza el informe que nos han pedido para mañana. Tan ordenado, tan perfeccionista. Parece que voltea hacia mi dirección y me aparto del vidrio con rapidez.

—Señor Lieberher, es malo espiar— escuché en la contestadora, un sistema para comunicarnos entre oficinas. Yo era el 015.

—Señor Wolfhard— respondí del mismo modo—, es malo no trabajar rápido.

Oí desde el otro lado una risa quisquillosa.

—Estoy terminando el informe, usted debería estar haciéndolo.

— Cariño ya lo terminé —mierda.

Le he dicho cariño, esto está mal. Me odiará. Pensará que estoy obsesionado con él o que lo acoso, aunque ninguna de ellas está errónea, no quiero que lo sepa ahora.

— ¿Perdón? —dijo, estoy muerto — ¿Podrá repetirlo?

Mi reacción es perpleja, al parecer le ha gustado y esta oportunidad no se me va a escapar.

—Lo haré, hoy después de la cena, te veo a las once en mi casa —cuelgo con el ego por los cielos y las hormonas disparadas.

Salgo de mi oficina para ir a entregar la carpeta con el informe de la semana, estoy ansioso por esta noche. Por fin, mis deseos se cumplen. Cuando llego a mi casa reparo en el pequeño detalle de que aún faltan cinco horas para que llegue mi invitado especial.

— Vamos Jaeden piensa algo— me digo, trato de desviar mis pensamientos pero la imagen de Finn, mi vecino de oficina se hace concurrente a tal punto de imaginarlo en mi cama.

Mi cama. Subo a mi habitación y me doy cuanta del desastre que hay, decido limpiarla por completitud para no causar una mala impresión: muevo los muebles, saco basura y al cabo de veinte minutos está reluciente.

— Vendrá Finn — suspiro excitado— y no vendrá para hacer negocios.

Una idea oscura y atroz, se me ocurre hacer algo drástico, algo que no se me había pasado por la cabeza. Necesito ir de compras.

...

Cuando suena el timbre yo estoy emocionado, lo que he planeado ninguno lo olvidará.

—Hola Wes — me saluda, pasando por mi lado con un traje casual.

Yo lo salido de igual manera y lo invito a la sala para tomar una copa de vino.

— ¿Sabes? Me gusta esto — confieso.

— ¿Al vino? —pregunta mordiendose el labio.

— Me gusta lo que ahora veo— me acerco a él de forma peligrosa.

Él me besa con pasión, el sabor del vino sabe delicioso en sus labios y cuando me separó quiero más.

— Subamos — me pide mirando mi habitación.

—Espera. Las reglas las pondré yo, y tú vas a obedecer ¿Está bien? —le exijo poniendo una mano cerca de su miembro.

Él asiente y sube con rapidez.

Yo le sigo, quitándome la camisa por el camino.

— ¿Es normal tener una colección de corbatas y una fusta junto a ti cama?— me pregunta inocente.

Lo beso y el no parece poner algún problema, es más, me toma del cuello u levantando cadera para hacer fricción con la mía.

— Cierra la puerta y quítate la ropa — le mando y me acuesto en la cama.

Finn se toma si tiempo para quitarse los zapatos y bajar de la cama. Es ahí, donde entro en acción; enciendo una cámara que va vinculada al televisor y apunto a Finn.

— Eres un cínico — me dice entre risas al mismo tiempo que se desviste.

Primero la camisa, luego el pantalón y las medias, él quiere quitarse el boxér pero yo se lo impido parando el vídeo para poner la cámara sobre la mesa de noche.

— Antes de eso, dame placer —me acuesto en el centro de la cama extendiendo mi cuerpo.

Finn se ríe y avanza a mi, cierro los ojos una vez pone una mano en mi pantalón, lo quita, luego frota su palma contra la penosa erección que empiezo a tener. Lo hace tan bien que me cuesta respirar con normalidad.

— ¿Puedo? —pregunta pidiendo si puede retirar la demás ropa y yo asiento.

Aún así, es momento de que yo vuelva a tomar el control de la situación.

— Acuestate y quítate eso — bajo de la cama y camino hacia la bolsa de las compras — pase por un lugar muy curioso ¿Sabías?

—Una sex-shop no es un lugar habitual.

Empiezo a sacar los objetos que hay en la bolsa, uno por uno y elijo cual usaré con él. Me posiciono entre sus piernas, un líquido espeso cubre su blanquecino cuerpo, el olor a chocolate fundido inunda mis fauces y lo único que quiero hacer es devorar.

— Ohhh… baja — me pide empujando mi cabeza para que le practique sexo oral.

— Las reglas las hago yo — digo furioso y tomó una de las corbatas, atando sus manos a la cama garantizo más comodidad.

Saco un frasco de espuma, lo agito y lo pongo en la punta de su miembro, la boca se me hace agua luego de ver tan maravillosa imagen. Paso mi lengua por su glande retirando la crema chantilli que lo cubría; suspiros, eso escuchaba de él.

—No hagas ningún ruido, ó tomaré medidas— Wolfhard se calla, mordiendo su labio y echando su cabeza para atrás.

Continuó metiendo cada vez más su miembro en mi boca.

— Jae — suplica, moviendo su cadera con desespero.

— Aun no cariño.

— Repitelo —gime extasiado.

— Jae, hazlo —sacude su cadera, su frente suda.

— ¿Qué quieres que haga?— pregunto acercando mi pene a su entrada.

—Adentro… Follame… Vamos— está escena debe ser inmemorable.

Vuelvo a reanudar la cámara mientras suplica con la voz quebrada que lo penetre desesperadamente.

— Eso, así… — grita cuando meto mi pulgar en su trasero, moviendo en círculos el mismo.

— ¿Te gusta?— le pregunté enfocando su rostro en la pantalla.

— Me encanta pero no quiero tus dedos.

De una vez por todas lo penetro, él suplica que lo haga más fuerte o.con más rapidez pero soy yo quien decide.

— Jae, Jae ¡Jaeden! — cierro los ojos cegado por lo maravillosa que es su voz.

— Cállate.

Pero no lo hace y me gusta aún más, sus gemidos me hacen delirar con cada vez que dice mi nombre.

— Jaeden, más…

Sus suplicas hacen que pierda la cordura, sin importar todo el desastre que tenga que limpiar mañana, hoy es mi momento.

— Sigue… no vine para que lo hagas lento.

Sus labios están hinchados y rojos a más no poder, su pecho tiene marcas de mis dientes y su dolor de cadera tiene mi nombre.

PEDIDOS

Desafío EróticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora