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―Sana. . ―nombró en murmullo la castaña dándome un casto beso en la mejilla―. Sana es hora de despertar.

El tacto de sus labios con mi piel era como la octava maravilla del mundo. Necesitaba más.

¿Es un sueño? si es así, ojalá nunca despierte.

Me puso sumamente nerviosa sus besos en mi, es extraño ya que nosotras somos de darnos besos en plan amistad, pero. . . ¿por qué ahora me pongo nerviosa y anhelo tanto sus besos?

―Sana... vamos ―Tzuyu repartió varios besos por mi cara.

Abrí lentamente mis ojos y lo primero que vi fue a una Tzuyu toda despeinada intentando despertarme. Se veía totalmente adorable que lo primero que hice fue pasar mis brazos por su cuello y traerla hacia mí para darle un pequeño abrazo al que correspondió al instante.

―Tonta, ¿qué haces durmiendo aquí?

―No quería que te sintieras incómoda durmiendo conmigo ―expliqué sin querer mirarla a los ojos―. Anoche estabas totalmente ebria y quería darte tu espacio.

―Eres una de mis mejores amiga Sana. Así que la próxima vez que venga dormiremos juntas y abrazadas ―afirmó sonriente―. Gracias por ser tan buena amiga.

Que diga que la próxima vez vamos a dormir abrazadas logra que mi corazón lata a máxima velocidad.

Sinceramente la palabra amiga me está empezando a molestar entre nosotras. ¿Pero si no fuéramos amigas, que seríamos... novias? No, claro que no, nunca jamás en la vida. Soy heterosexual y así me voy a mantener. Pero cada vez que Tzuyu sonríe me hace ver totalmente boba.

Fuimos a la cocina para preparar el desayuno juntas. Ella decidió quedarse en mi casa toda la tarde para que luego sus padres la pasen a buscar.

―¿Sana que tal tu y Jinyoung?

Ups, me olvidé completamente de Jinyoung. En toda la noche Tzuyu ocupó el cien por ciento de mi mente, a tal punto que tardé en dormirme por pensar tanto en ella.

―Creo que ya no me atrae ―confesé. Tzuyu me miró confundida y con el ceño fruncido mientras servía el café en ambas tazas―. Creo que me interesa otra persona.

―¿Y se puede saber quién es, picarona? ―esbozó una sonrisa traviesa.

No sabía si decirle que me estaba empezando a interesar por ella.

―Tzuyu... ¿tu nunca te has sentido atraída por una chica?

―La verdad. . . no.

Una fuerte presión se hizo presente en mi pecho. Ahí es donde me doy cuenta que no me pueden gustar las mujeres y que la persona que está empezando a despertar un sentimiento en mí jamás me corresponderá.

―¿Acaso te gusta la empanada? ―inquirió.

―No. Es decir, no obvio no ―la miré totalmente disgustada y confundida―. ¿Qué son esos chistes?

―Fue divertido ―rió fuertemente y el sonido de su risa fue una bella melodía para mis oídos, eso hizo que yo también riera―. ¡Acéptalo!

―Tzuyu. . . si te haces humorista te morirías de hambre ―bromeé y ella solo me dio un zape en la nuca mirándome indignada.

Tzuyu yo por ti soy el circo entero.