Prólogo

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Ámbar

4 meses antes...

- Me está mirando a mí. – Delfina me dijo por la milésima vez dando un sorbo en su refresco intentando ocultar que había dado cuenta. – Estoy segura que me está mirando, Ámbar.

- Sí. – Confirmé. – Simón te está mirando. – Desvié la mirada de Delfi.

- Soy irresistible. – Mi mejor amiga sonrió. – Es imposible que un chico que yo esté interesada no se muera por mí.

- Sí, es cierto, tenés razón. – No podía dejar que Delfi se diera cuenta que yo estaba interesada en él también. – ¿Y no vas decirle nada?

- No. El cumple es mío. – La morocha balanceó la cabeza negativamente, riéndose. – ¿Le dijiste algo?

- No. – Negué. – Yo no hablo con él. Entonces, no, no le dije nada.

- Me parece que él ya sabe que estoy interesada. – Mi mejor amiga afirmó y yo bajé la cabeza, incomoda.

- Delfi, mejor me voy a otro lado. – Dije nerviosa. – Creo que necesito de otra taza.

- No quería decirte nada, pero mi hermano está muy interesado en vos. – Ella susurró en mi oído. – Y te está esperando cerca de la mesa de las bebidas.

- Gracias, pero no creo que pase algo. – Rechacé inmediatamente. – Ya sabés que crecimos juntos y no lo veo como algo más.

- Tenías que darle una oportunidad. – Delfina puso la mano en mi hombro. – Estoy segura que pasa algo entre ustedes. Lo puedo ver en tus ojos, soy tu mejor amiga. Yo me doy cuenta cuando querés algo.

- No, Delfi, me parece que no te das cuenta de lo que quiero. – Forcé una sonrisa y caminé hasta la mesa de bebidas.

- Ámbar, te ves hermosa. – Matteo dijo cuando me vio. – Estás aún más bonita que siempre estás.

- Gracias, Matteo. – Le forcé una sonrisa y agarré una taza.

- ¿Te pasa algo? – El gemelo de Delfina me cuestionó.

- ¿Se nota? – Pregunté y él asintió.

- ¿Qué te pasa? – Matteo sonrió y tomó mi mano. – Estoy aquí para escucharte.

- No lo sé, Matteo, solo me siento un poco rara. – Confesé. – Creo que es mejor que me vaya.

- Pero la fiesta está lejos de terminar. – Él intentó detenerme. – Y además tenés toda la noche para que te sientas mejor.

- Creo que hoy es un malo día. – Miré en la dirección de Simón, que estaba hablando con Nico y Gastón, sus amigos. – Y siento que las cosas van a quedarse peor.

- No lo sabés. – Matteo estrechó sus ojos. – A veces cosas muy increíbles pueden pasar.

- La única cosa increíble que puede pasar hoy es que yo meta la cabeza de tu hermana en su pastel de cumpleaños, Matteo.

- Sé que ella se vuelve peor a cada día, pero es tu mejor amiga. – Matteo se rió. – No existe Ámbar Smith sin Delfina Alzamendi. Tampoco Delfina Alzamendi sin Ámbar Smith. Una no vive sin la otra, Ámbar. Sé que mantener una amistad por tanto tiempo puede ser complicado, pero ustedes son las mejores amigas del mundo. Están juntas desde que eran chiquitas. Crecimos todos juntos y nunca vi una amistad tan fuerte.

- Gracias, Matteo. – Dije con la voz embargada. – Ya sé que Delfina es mi mejor amiga del mundo, que una no existe sin la otra, pero a veces ella no parece importarse con mis sentimientos, tampoco conmigo o con nuestra amistad.

- ¿Qué te hizo? – Él se acercó y puso la mano en mi rostro. – Estás a punto de llorar, Ámbar.

- Creo que estoy actuando como una egoísta. – Respiré profundamente. – Creo que solo estoy viendo mi lado y olvidar el de Delfina. Es su cumpleaños, hoy todo el mundo gira a su alrededor.

- No entiendo. – El hermano de Delfi frunció el ceño.

- No pasó nada. – Sonreí. – Gracias por tu ayuda, Matteo. – Le di un beso en la mejilla y me volteé a otro lado.

- Espera. – Él agarró mi brazo deteniéndome.

- ¿Qué pasa? – Interrogué, mirándole.

- ¿Puedo pedirle algo a cambio de mi ayuda? – Matteo sonrió y yo estreché mis ojos.

- ¿Qué querés? – Intenté alejarme, pero él siguió sosteniéndome.

- ¿Qué te parece si bailamos una canción? – Él me propuso y yo reí.

- Una canción y nada más. – Sonreí.

- Esa es la Ámbar que me gusta ver. – Matteo también sonrió. – Una Ámbar contenta.

- Vamos a bailar antes que me hagas cambiar de opinión. – Me burlé y Matteo tomó mi mano caminando hasta el centro de la pista de baile.

- Mira con quien está Delfi. – Matteo dijo mientras bailábamos. Ella estaba bailando con Simón. – Creo que mi hermana tiene una crush en ese chico.

- Sí. – Confirmé sin dejar de mirar a Simón. Delfina estaba en el otro lado y no tenía como darse cuenta de lo que estaba pasando. – Creo que sí, Matteo.

- ¿Ella no te dijo nada?

- No. – Mentí. – Delfina nunca me dijo nada sobre Simón. – Seguí mirándolo.

- Pensé que las chicas tenían esas charlas. – Matteo seguía hablando mientras yo seguía mirando a Simón. La única cosa rara de la situación era que él me estaba mirando de la misma manera. – ¿Ámbar? – El hermano de Delfi me llamó y dejé de mirar a Simón.

- Sí. – Contesté la primera cosa que vino en mi cabeza.

- Estás con la cabeza en otro lado. – Matteo me miró fijamente y yo negué. – Sí, Ámbar, estás con la cabeza en otro lado. Estás rarísima.

- Perdón, Matteo, pero te dije que no me sentía muy bien. – Susurré. – No es que tengo la cabeza en otro lado, solo no me siento nada bien.

- No me gusta verte así. – Él volvió a acercarse. – Mejor que bailemos y olvidemos de todo.

- Me parece una buena idea. – Asentí y volví a bailar con Matteo. Miré en la dirección de Simón y él también volvió a mirarme.

En el final de la canción, mientras Simón me miraba y yo hacía lo mismo, Delfina tomó el rostro de él con sus manos, lo hizo voltearse a ella y lo besó sin decirle nada. Matteo se dio cuenta y yo intenté fingir que no me molestaba la situación.

- Por fin, ¿no? – Dije mirando a Matteo. Él no dijo nada y también me besó de sorpresa.

La noche parecía haberse convertido en una pesadilla. Una de las peores que ya tuve en mi vida. Y lo peor de todo es que todo era verdad. 

Detrás de Un SueñoWhere stories live. Discover now