Capítulo 1 - Dos muchachos en la calle

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Narrador: Omnisciente.

Dos muchachos iban caminando por la acera, a unos metros de la ubicación de una escuela, ellos caminaban en dirección contraria. Y poco a poco, iban caminando hasta llegar a una calle donde prácticamente era todo terreno baldío. Casi nadie pasaba por ahí. Entonces los chicos se empujaban el uno al otro mientras iban charlando.

- este video de preguntas va a quedar perrón – decía el moreno, se llamaba Yeisson y jugaba con una botella de plástico vacía, con los pies simulaba algún movimiento de futbol mientras avanzaban en medio de la calle desierta – ese chavito del IZZI, no lo vayas a quitar, déjalo en el video, está muy cagado. ¿Me escuchaste Saúl?

- si... si está bien – le contestó el otro sin prestarle demasiada atención, caminaba a ritmo pausado mientras prestaba toda su atención a su móvil

Yeisson realizó un movimiento y le lanzó la botella de plástico al otro esperando a que le respondiera, pero Saúl solo siguió caminando.

- ¡devuélvela! – le gritó

Logró que Saúl le dirigiera la mirada, luego este le dijo

- no traigo tenis wey, solo chancletas

- ¿y eso que? – le respondió desilusionado el otro, mientras abandonaba la esperanza de seguir jugando con la botella de plástico. Al poco rato ya se habían alejado de ahí, unos metros. Y solo caminaban en silencio – oye Saúl

- ¿Qué? – Saúl seguía en el teléfono

- ¿qué te acaba de decir? – Yeisson se había quedado plantado y Saúl, extrañado, también se detuvo y le miró a los ojos.

- ¿de qué hablas?

Yeisson sintió una rabia interna. Pero luego se relajó. Estaba atardeciendo y la luz tenue del sol se reflejaba en los ojos de Saúl, quien le miraba inocentemente. De verdad no había escuchado nada. Yeisson ya estaba muy acostumbrado a eso. A ser conquistado por la inocencia de Saúl. El viento se acrecentó y una brisa revolvió el cabello de Saúl. Este se lo acomodo y volvió la mirada en el teléfono y siguió caminando. Yeisson hizo lo mismo. Iba caminando justo a un metro detrás de Saúl. E involuntariamente le miró el culo. Yeisson suspiró. No era la primera vez que le pasaba. Y lo extraño era que no le disgustaba. Al contrario. Disfrutaba ver el vaivén de sus nalgas perfectas, rozándose una y otra vez mientras caminaba. Era hipnótico.

- ¿ tú crees que el chavito del IZZI ande con el otro wey?

- no sé, tal vez – le contestó Saúl mientras se tomaba una selfie con el atardecer de fondo

Yeisson recuperó un poco el humor cuando se dio cuenta de que Saúl no le había ignorado del todo. Así que recuperó la marcha con más ánimo.

Siguieron caminando hasta que llegaron a una calle sin salida. A unos metros había una cancha rustica abandonada.

- creo que nos equivocamos de camino Yeisson – le dijo Saúl apartando por fin su mirada del teléfono y lo guardó en el bolsillo de su short – aquí no hay salida, nunca había estado aquí

Yeisson no respondió. Exploró un poco el sitio y luego se sentó en una roca suelta que se encontraba próxima. Saúl se volvió extrañado.

- vámonos wey, nunca había estado aquí.

Yeisson noto que Saúl de verdad estaba algo asustado. Sus pezones erectos se podían notar a través de su playera azul. Yeisson solo le sonreía de manera picara. Definitivamente no planeaba moverse de ahí. Y Saúl lo notó y se esbozó una leve sonrisa en su rostro.

- Yeisson, de verdad, no quiero estar aquí, pronto va a anochecer y ni sabemos dónde estamos

- está bien, nos vamos – le dijo Yeisson cuando se levantó y se dirigió a Saúl extendiendo la mano – pero solo si me das tu maldito teléfono, así podremos platicar en el camino.

Saúl sacó el teléfono. Pero lo sostuvo entre sus manos. Como un tesoro invaluable.

- ¿platicar?... no mames wey – le dijo Saúl en tono burlón mientras se alejaba lentamente de Yeisson, que permanecía insistente con el brazo extendido y mostrando la palma de su mano, con un gesto de la mano le insistía que le diera el teléfono – no wey, no te voy a dar nada.

Yeisson bajó el brazo desilusionado.

- siempre haces eso Saúl

- ¿hacer qué?

- pues que cuando me miras así, sabes que yo no te puedo hacer daño, pero luego te aprovechas de eso

- no mames – le dijo Saúl, luego se empezó a carcajear - ya no juegues Yeisson.

Yeisson permanecía mirándole con un gesto serio. Pero Saúl se reía cada vez más hasta que el estómago le empezó a doler. Yeisson permaneció serio todo el tiempo. Y cuando Saúl pudo controlarse, se quedó mirando al otro. Sin poder comprender ¿qué era lo que estaba pasando? Solo intercambiaban las miradas. 

 

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