006: ¿qué nos pasó?

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I R R E A L

Karol

— ¿Sigue en pie lo de la segunda oportunidad? — preguntó mirándome a los ojos

Me quedé paralizada, sin saber que decir... ¿El había leído la carta y había aceptado lo que le propuse? ¡Eso sí que es una gran noticia! Eh digo, que bien, ¿no?

El me miraba expectante, esperando una respuesta mía, pero yo me encontraba en otro mundo... Era como si mi cuerpo estaba aquí, pero mi mente no, ¿saben?

Lo miré a los ojos, el color marrón que provenían de estos combinaban a la perfección con el color verde de los míos.

¡Ya deja de pensar en tonterías, Karol!

Dejando a un lado estos pensamientos absurdos, volví a la realidad y dije lo único que se me ocurrió...

— ¿Q... qué? — tartamudeé

¿Enserio, Karol?

¿Es lo único que pudiste decir? Es la mejor respuesta del planeta, ¿o no?

— ¿Te encuentras bien? — frunció el ceño

¿Que si me encontraba bien? Pues, si estar atormentada con todo lo que está pasando y no saber que hacer o decir en este momento es estar bien, pues estoy de lo mejor.

¿Se notó mi sarcasmo?

— Sí, estoy de lo mejor. — aseguré

— Hmm... ¿segura? Porque no me convenciste, eh. — rió

— Ya deja de molestar y mejor dime que fue lo que me preguntaste. — me cruce de hombros

Claro que sé lo que me había preguntado, pero solo quería asegurarme de que no había escuchado mal.

— ¿Aún hay la posibilidad de que me des otra oportunidad? — volvió a preguntar

— Leíste mi carta, ¿no? — medio sonreí

— Sí, y la verdad es que me sorprendió un poco, pero no iba a desaprovechar la oportunidad de recuperar mi amistad contigo. — sonrío — Siento haberme alejado de ti, yo no quise, pero no tuve otra opción. Se que no merezco tu perdón, pero yo... - lo interrumpí

— Cómo te lo dije en la carta, te perdono, pero en realidad soy yo quien te tiene que pedir perdón por lo injusta que fui contigo. — pose mi mano en su mejilla 

Es cierto, el tuvo sus razones para hacer lo que hizo, en cambio yo fui muy injusta con él y no quise escucharlo.

Si alguien no merece ser perdonado aquí, soy yo...

De pronto sentí unos brazos atrapar mi cuerpo, enredándolo en un abrazo. No hice más que corresponder, pues necesitaba mucho un abrazo suyo.

— No sabes cuánto te extrañé... — susurró en mi oído

Sonreí

— Yo también te extrañé, Rugge. — solté un risita

•••

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