Prólogo

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En las noticias se anunciaba el catastrófico accidente automovilístico que sufrió una pareja; ambos resultaron con graves lesiones. Angelina no podía creer lo que acababa de ver, jamás imaginó que algo así pudiera pasar en una noche tranquila y que parecía ir de maravilla, Franco se encontraba muy preocupado al respecto, pero había una cosa en la que ambos no podían dejar de pensar. El pequeño de ojos verdes que aún esperaba ansioso el beso de su mamà para poder ir a dormir.

En la sala apareció el pequeño con una carita somnolienta, se frotó los párpados y se acercó a Angelina.

—Angelina, ¿mamá y papá por qué no están aquí? —preguntó el pequeño.

Angelina lo cargó en sus brazos y tratando de ser fuerte, habló.

—Cariño, ellos no podrán llegar ahora —hizo un esfuerzo inmenso para que no se le quebrara la voz—. Se han retrasado un poco.

—Pero ellos prometieron estar aquí antes de que me fuera a dormir.

Una lágrima rodó por la mejilla de Angelina, todos sus esfuerzos se habían venido abajo.

—No llores Angelina, si quieres me voy adormir, pero no llores —el pequeño limpió una de las lágrimas de aquella mujer que no sería capaz de decirle a ese pequeño lo que acaba de pasar.

Sonrió débilmente, tenía que ser fuerte para él, para hacerle saber que pasara lo pasara, ella estaría con él.

—Lo siento cariño, fue una basurita —dijo limpiándose la otra lágrima—. Ven, vamos. Te acompaño a la cama.

El pequeño asintió y se dirigieron a su habitación.

Angelina le leyó un cuento y al finalizar le dio un beso en la frente, sabía que no sería lo mismo para él, pero al menos sabría que seguiría recibiendo un beso antes de ir a dormir de alguien que le quería mucho. Ajeno a todo lo que pasaba, se quedó completamente dormido.

Unas voces se escuchaban demasiado fuertes e hicieron que el pequeño despertara. Bajó de la cama y caminó hasta llegar al piso principal, Angelina y Franco aún seguían ahí. Se acercó a ellos y con la inocencia más grande del mundo, hizo la pregunta que nadie quería responder.

—¿Dónde están mamá y papá? —el matrimonio Greenwood se miró y no dijo nada—. ¿Dónde están? —insistió.

—Cariño —dijo Angelina armándose de valor—, papá y mamá no regresarán.

—¿Cómo que no regresarán? —preguntó con su dulce vocecita.

Angelina debía mostrarse serena para no alterar al pequeño.

—Por la noche sufrieron un accidente y ellos...

No era capaz de finalizar las palabras, no lo haría.

—¿Ellos qué?

Viéndose incapaz de decirle, su esposo intervino.

—Ellos ahora te cuidarán desde el cielo.

El pequeño sin poder entender muy bien, habló con voz temblorosa.

—Pero, ¿por qué? Ellos dijeron que regresarían por la noche —dijo con lágrimas inundando sus ojitos claros—. No quiero que me cuiden desde el cielo, llámenlos y díganles que vuelvan, que les prometo ser bueno, pero que vuelvan.

—Cariño, lo siento mucho.

Angelina lo abrazó y empezó a llorar desconsoladamente.

—Mamá y papá prometieron que nunca me abandonarían. ¡Son unos mentirosos!

—No estarás solo, nosotros cuidaremos de ti.

—¡No quiero! —se apartó con brusquedad de Angelina.

—Nosotros estaremos para ti, es una promesa para tus padres y para ti.

Se limpió las lágrimas de sus ojitos y se fue corriendo a su habitación.

—¡Daniel, espera! —gritó moderadamente Angelina.

—Angelina —Franco la tomó del brazo —, Daniel aùn no entiende del todo lo que està pasando, tenemos que darle un poco de tiempo para que lo asimile.

—Todo esto es tan doloroso, y más para alguien tan pequeño como él —abrazó a su esposo y sollozo—. No sé en qué momento pasó todo esto.

Franco soltó un suspiro—. Ni yo, pero ten por seguro que cumpliremos la promesa que hicimos. Cuidaremos de Daniel como si fuera nuestro hijo.

Daniel lloraba en el fondo de su armario —eligió ese sitio porque a su madre le molestaba que se escondiera ahí, y en ese momento él estaba muy molesto con mamá—. Tenía en sus manos una foto de sus padres y él.

—Solo quiero que vuelvan, es todo lo que pido.

«El matrimonio Müller murió esa noche en el hospital a causa de las varias lesiones que presentaban.»



Te prohíbo enamorarte (MARZO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora