Epílogo

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Narrador omnisciente

Años después


Mykonos, Grace.

— ¿Y qué onda? ¿vinimos de vacaciones o a dormir? ¡Nos hubiéramos quedado en casa si van a dormirse todo!— el chico de quince años se queja.

—¡Ay Matias! ¡Que pendejo sos! ¡Dejalos dormir un poco más!— su melliza lo reta.

—En estos momentos me arrepiento de no haberme puesto condón, ¡Son insoportables loco!—

—¡Ignacio! ¡No hables así de tus hijos!— Federica se incorporo en la cama y pego en el pecho de su ahora esposo.

—¿Ves porque sos mi favorita mamá? Sos hermosa y única — Matias, sonrió y se acerco a abrazar a la castaña. Que no pudo evitar reír al ver la similtud que tenia su hijo con su marido, cuando en carácter se hablaba.

—Bueno ahora cuando quiera ir a verte con minas o cuando quieras forros anda con tu mamita, ya que decís que es tu preferida— Ecko se burlo y se levantó de la cama yendo al balcón.

—¡¿IGNACIO QUE DECIS? MI BEBÉ EN VIRGEN TODAVIA!— Federica grita indignada.

—Virgen en nunca haber ido a la iglesia es este salame mamá— Martina ríe.

Ecko vuelve a entrar al cuarto y se tienta al ver la cara de Federica.

—¿Y boca como anda?— retruca Matias mirando a su melliza, esta se sonroja fuertemente y su papá deja de reír de golpe frunciendo el ceño.

—Bueno, porque mejor no bajamos a desayunar y después vamos a la playa— propuso Fefi sonriendo para evitar una pelea.

Minutos después la familia de cuatro se encontraba desayunando en una cafetería que habían encontrado a unas cuadras de la casa en la que se estaban hospedando.

Debatían animadamente que actividades iban a realizar durante su estadía en las hermosas tierras griegas.

La meno de los Spalatti observo a su alrededor y abrió exageradamente los ojos al reconocer a la chica que se encontraba a unos metros.

—Mati, ¡Matias!— llamo a su hermano evitando captar la atención de sus padres.

—¿Qué pasa Marti?— preguntó el castaño observándola.

La morocha señalo disimuladamente hacia su costado, Matias miro y sin poder evitarlo, sonrió.

—Apa, ¿Y esa sonrisa? — Ecko se burló al ver a su hijo.

Este desvío la mirada y se hizo el desentendido.

—¿Qué sonrisa?.

Federica miro hacia donde estaba observando su hijo minutos atrás pero no vio nada.

—Estaba observando a su novia— Martina soltó con una sonrisa maliciosa.

—¡Martina! ¡Deja de decir boludeces!— el castaño se quejo. La morocha lo sacaba de quicio.

[...]

NO QUIERO MÁS | DYBALAWhere stories live. Discover now