¿Quién soy?
No hace falta que respondan eso, ni yo se quién soy. Puedo decirles quién no soy.
No soy una aficionada por la sangre pura.
No soy digna del apellido Greengrass.
No soy mejor que los muggles.
Pero sobretodo, no simpatizo con el Seño...
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_________❁__________ Malfoy, ¿tú crees que puedes darme órdenes?
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Al llegar el día de partir a Hogwarts, solo mi madre nos acompañó a la estación. Yo miraba el reloj, ansiosa por irme de Londres y volver al colegio, donde no habían padres entrometidos o demandantes que creyeran que tenían poder absoluto de mi vida.
Sin embargo, una sensación de jaqueca se apoderó de mi sien cuando recordé que tenía algunas órdenes para cumplir durante ese año escolar. Al parecer, el colegio ya no podía resguardarme completamente de la oscuridad.
Me dirigí al compartimiento de prefectos, en donde esperaba encontrarme al rubio. Pero este no se apareció en casi todo el viaje a Hogwarts.
Cuando anochecía, me excusé diciendo que debía ir al baño y me encaminé al compartimiento de Slytherin. Tal como lo sospechaba, allí estaba Malfoy, apoyado en las rodillas de Pansy Parkinson y ocupando todo un asiento. Ella le acariciaba el cabello con mucha tranquilidad, mientras que él cerraba los ojos disfrutando de ese contacto.
Fruncí el ceño al caer en la cuenta. La única amiga mujer que Draco tuvo, fue Pansy. Y no era exactamente una amiga, había algo más que eso. Jamás lo había visto juntarse con otra chica de Slytherin que no terminara siendo su pareja, como él caso único de Parkinson.
Me cuestioné que posiblemente para acercarme a él, debía usar mi carisma y hacerle pensar que yo podía ser una encantadora compañía. No podía ser tan difícil; después de todo, Pansy no era la gran belleza mundial. Y yo, por otro lado, sabía que tenía mis dotes.
Busqué el compartimiento en donde estaba Daphne y la encontré enseguida; ella hablaba con Theodore Nott cercanamente. Estaban junto con Millicent y algo me decía que si ella no estuviera allí, ellos estarían besándose o algo parecido. Rodé los ojos; a Daphne le gustaban todos los chicos con poder. Ya sea el dinero, la popularidad o el estatus familiar. Resulta que la única persona que tenía todo eso era Malfoy, pero como él no le llevaba el apunte, mi hermana ya se había resignado.
Con desgano, busqué un compartimiento vacío, y encontré uno en el que estaba Elle Yaxley, quien estaba siempre sola porque era mestiza. No es que la denigraran (a excepción del grupo de Malfoy, ellos si lo hacían) pero la evitaban la mayoría del tiempo. Yo, por otro lado, la había encontrado muy sencilla y parecida a mi, por lo tanto, en cuarto año nos volvimos casi inseparables. Nos conocimos un día en la sala común, ella tenía unas golosinas muggles y mi curiosidad me llevó a preguntarle qué eran. Terminé comiendo toda la bolsa de M&Ms de chocolate y obteniendo una nueva amiga.
