18) Correo

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-¡Chicos! Tenemos diez minutos para regresar a la enfermería sin ser vistos. Antes de que Dumbledore cierre la puerta con llave.- apresuró Hermione tirando de nuestras mangas mientras veía el cielo limpio y despejado sin rastro de la presencia de los prófugos.

-De acuerdo, ¡vamos!- asintió Harry apartando los ojos del cielo.

Entramos por la puerta que teníamos detrás y bajamos una estrecha escalera de caracol.

Al llegar abajo oímos voces.

Nos arrimamos a la pared y escuchamos.

Parecían Fudge y Snape.

Caminaban aprisa por el corredor que comenzaba al pie de la escalera.

-... Sólo espero que Dumbledore no ponga impedimen­tos. ¿Les darán el Beso inmediatamente?- decía Snape.

-En cuanto llegue Macnair con los dementores. Todo este asunto ha resultado muy desagradable. No tie­ne ni idea de las ganas que tengo de decir a El Profeta que por fin los hemos atrapado. Supongo que querrán entrevis­tarle, Snape... Y en cuanto a los jóvenes Harry y Deidre vuelvan a estar en sus cabales también querrán contarle al periódico cómo us­ted los salvó.- decía Fudge.

Vi los dientes apretados de Harry.

Entreví la sonrisa hipócrita de Snape cuando él y Fudge pasaron ante el lugar en que estábamos escondidos.

Sus pasos se perdieron.

Aguardamos unos instantes para asegurarnos de que esta­ban lejos y echamos a correr en dirección opuesta.

Bajamos una escalera, luego otra, continuamos por otro corredor y oímos una carcajada delante nuestro.

-¡Peeves! ¡Entremos aquí!- exclamó Harry agarrándonos a Hermione y a mí de la muñeca y metiéndonos a toda velocidad en un aula vacía que halló a la izquierda.

Peeves iba por el pasillo dan­do saltos de contento riéndose a mandíbula batiente.

-¡Es horrible! Estoy segura de que se ha puesto así de alegre porque los dementores van a ejecutar a Sirius y a Helen... Tres minutos.- susurró Hermione preocupada.

Aguardamos a que la risa malvada de Peeves se perdie­ra en la distancia.

Entonces salimos del aula y volvimos a correr.

-Hermione, ¿qué ocurrirá si no regresamos antes de que Dumbledore cierre la puerta?- pregunté jadeando.

-No quiero ni pensarlo. ¡Un minuto! Bueno, ya se oye a Dumbledore. ¡Vamos!- apresuró Hermione.

Seguimos por el corredor cautelosamente.

La puerta se abrió.

Vimos la espalda de Dumbledore.

-Os voy a cerrar con llave. Son las doce menos cinco. Señorita Granger, tres vueltas deberían bastar. Buena suerte.- lo oímos decir.

Dumbledore salió de espaldas de la enfermería, cerró la puerta y sacó la varita para cerrarla mágicamente.

Asusta­dos nos apresuramos.

Dumbledore alzó la vista y una sonrisa apareció bajo el bigote largo y plateado.

-¿Bien?- preguntó en voz baja.

-¡Lo hemos logrado! Sirius y Helen se han ido montados en los hipogrifos...- explicó Harry jadeando.

Dumbledore nos dirigió una amplia sonrisa.

-Bien hecho. Creo... Sí, creo que ya no estáis ahí dentro. Entrad. Os cerraré.- comentó Dumbledore en voz baja.

La Hermana de Ron Weasley (Draco Malfoy y tú) //3//Where stories live. Discover now